Tanto tiempo rumiando ideologías en solitario nos ha vuelto
sordos.
Pelotones de sordos gritando ideas.Ideas que hoy más que nunca deben ser escuchadas pero también ideas que deben dejar paso para oír otras.
Seriamos tan idiotas como los fachas piensan, si no consiguiéramos, en un tiempo urgente, limpiar los tapones de todos los oídos para aunar unas y otras palabras, uno y otros sueños, unas y otras luchas y empezar de una jodida vez a ser temidos.
El fascismo crece y crece encantado con nuestra sordera.
Ellos se escuchan, tienen claros sus objetivos, entre ellos sí hay diálogo. Son tolerantes con sus extremismos sanguinarios. No se acechan, ni se cuestionan, ni se desprecian.
Ellos son como su patria: sólida, inquebrantable.
Pero ay, nosotros ¡qué triste es contemplarnos ¡
Tenemos el dedo acusador siempre afilado.
De momento ganan los que nos emputecen y nos hambrean.
¡Qué sordos estamos y qué difícil va resultar con estas orejas deformes diseñar el plano que nos lleve a la victoria ¡
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