viernes, 29 de abril de 2016

Poesia prescindible


Supongo que las personas que leen poesía imaginan que nosotros, los poetas, somos seres que vivimos  entre lo místico y lo terrenal. Mujeres y hombres sensibles y malditos, a veces atormentados, a veces narcisistas, espirituales, fracasados, amargados o estúpidamente amorosos.
Una especie de minotauros vulnerables y heridos que caminan  sin tomar nota de lo que les  sucede a los otros.
Yo no dudo de que haya poetas que quepan en este estereotipo, somos muchos haciendo este oficio.
 Algunos se lavan las manos antes de ponerse a escribir unos versos, (simbólica y reverencial manera de enfrentarse a la poesía), otros alardean de sus borracheras, otras cuentan sus promiscuidades sexuales, exhiben sus bibliotecas fecundas, enseñan las tripas de sus escritorios, otros se duelen porque les quitan su parcela de protagonismo, otros necesitas casi siglos pa dar por finalizado un soneto, otras escriben al dictado de modas efímeras donde se refleja el desagüe adonde van a llegar las personas cuando no tienen conciencia.
 Así, vamos viendo infinidad  de maneras de enfrentarse a la poesía, es decir, a la vida misma.
Yo vengo a contarles mi caso, otro más, uno cualquiera:
Escribo a ratos breves y con  alevosía: en las esperas hospitalarias cuando  la muerte  fumiga sin pedir permiso, mientras escucho el silencio acusador de las calles, con el luto de mil derrotas ondeándose sin historia, cuando la fugaz alegría de los niños rompe los cristales de mi monotonía, al ver a los pájaros morir de frío sobre las aceras, en las primaveras lentas cuando sólo llueve y llueve…. y la hostilidad del mundo se multiplica en cada rostro que camina.

Es decir, deletreo el  dolor que asoma ante mis ojos, pa que ni uno solo quede sin escribirse.
El mío es un activismo cómodo, confortable;  afilar palabras mientras otros dan por nosotros la cara no tiene mérito si comparamos.

En muchas ocasiones, los poetas nos dejamos barnizar por la adulación y llenamos los espacios con espejos para mirarnos y vamos poco a poco alejándonos de los héroes y heroínas que nos rodean y que empujan la realidad para hacerla más llevadera.
En todos los lados, en barrios, pueblos, en ciudades, mujeres y hombres  a contracorriente, intentan hacer de sus entornos, lugares más amables. Y de manera multitudinaria o en grupos pequeños alzan la voz por los refugiados, por el aire limpio de cementeras, por un sindicalismo decente, por la  soberanía de los pueblos, por los torturados, por la memoria, contra las guerras, o las fosas comunes, por la sanidad, el techo, el pan pa todos.
A pie de calle, en primera línea, en el tajo.
Arriesgando sus jornales, sus familias, sus libertades.
Yo, siento vergüenza por las 28 limitaciones que tengo, una por cada  letra,  son de otros las conquistas y las victorias, mío es sólo este empeño  de ser poeta en un mundo de locos maestros de sueños.

Cada cierto tiempo me sorprendo escribiendo sobre esto, porque siento pudor cuando alguien en una asamblea, o en una plaza lee uno de mis poemas. Me siento en deuda con los que luchan, con los que buscan a tientas manos a las que asirse, con los que son luz, ternura, rebeldía.

Apenas somos algo los poetas en este río de humanidad y  gracias a los que no se rinden, este oficio se hace carne y se hace hueso y se hace voz. Y  roza, casi, lo imprescindible.

martes, 26 de abril de 2016

La zanahoria


Ya no hay desahucios,  no hay desempleo, ya no muere gente de horca  ni de frio.
 Los viejos han recuperado su memoria.
En las comisarías no hay  gritos de tortura,  las cárceles no son un negocio pa tres o cuatro avispados.
 Los emigrantes se sienten aquí  como en su patria.
 La iglesia, con sus curas y sus fans, no hincan sus cruces en el corazón del laicismo.
 La censura  no está presente  en los versos ni en las canciones,  ni en teatros, en parodias, en periódicos  ni en las fotografías.
No hay presos políticos: ni campesinos, ni sindicalistas, ni  jóvenes combativos, ni anónimos hambrientos….
La cultura no  es una rareza en los barrios pero sí  en los palacios.
 Los jóvenes  regresan a casa,  sus tristezas ya no invaden  países extranjeros.
El aire está limpio, los ríos cristalinos,  la comida es saludable y da gusto masticar los manjares.
Ni un solo  animal es asesinado en cotos o en plazas.
No existe nada de lo que dicen los rojos incorregibles. Siempre están con lo mismo.
Tenemos una democracia sana y  un rey muy querido por la plebe.
Tenemos un ejército demócrata, alejado de fascismos.
Tenemos hospitales, escuelas, bibliotecas, geriátricos que son envidia y ejemplo de cualquier sitio.
Tenemos unos medios de información incorruptibles, rigurosos,  fieles siempre a la verdad.
Tenemos la posibilidad de acudir a la justicia pa reclamar nuestros derechos gratis y ágilmente.
Las ciudades son alegres, los pueblos entrañables, se administra lo público con decencia y están en la cárcel los que se enriquecen a costa de la gente.
Este es el sitio donde vivimos, pronto serán las elecciones, los partidos políticos, todos, defienden nuestros intereses, los de las personas sencillas y trabajadoras, cumplirán las promesas que nos han hecho y seremos felices  otros cuatro años.
Con la ficha azul, con la ficha roja, con la naranja o con la morada.

Ahora hablemos en serio, ¿dónde están las miserias del pueblo?, ¿dónde las protestas?, ¿dónde los sueños? ¿Dónde quedaron la rabia, el inconformismo, las calles reventadas con la furia de los emputecidos?
En serio, hablemos en serio, joder
Hace tiempo que nos hicieron cruzar los limites, que nos empujaron a la caridad, que nos pusieron las mordazas, que nos arrancaron de cuajo las riquezas, hace tiempo de esto y aún esperamos un cambio, un guiño, un gesto amable de los asalariados del poder, un eructo simpático y definitivo de los que ambicionan llenar las urnas.
No aprendemos.
La zanahoria està otra vez en nuestros morros y otra vez, empujamos frenéticos la rueda que  aprieta la soga con la que más temprano que tarde seremos suicidados.
Nadie nos salvará, salvo nosotros mismos pero parece que estamos dispuestos a vivir de nuevo en el espejismo.

jueves, 21 de abril de 2016

El torturador


Qué mujer partió su cuerpo para parirte.
Qué infancia te pudrió,
qué letras, qué iglesias, qué plomo se coló en tus huesos
hasta hacer de ti quien eras.
Cómo llega un ser humano  a tener tu oficio,
de 8 a 5,
con horas extras,
con paga doble,
con muertos sin remorder una pizca tu conciencia.

Qué ideas, qué alcobas,
que desprecios o qué honores
te regalaron  los gritos ajenos,
el miedo pegajoso supurando entre tus dedos,
las pieles abrasadas asfixiando el aire que tú mismo respirabas.

Qué madre
ajena al monstruo que germinó,
alimentó tu hambre,
curó tu insana existencia,
durmió tus sueños de hiel y mierda.

Qué madre no abortó
al niño que se hizo bestia.

viernes, 8 de abril de 2016

Poema tonto XXIII


A veces, el amor, va llenándose de silencios,
territorios callados que se conquistan con desprecios,
territorios tan inmensos que caben en una palabra,
en un gesto, en una ausencia.

A veces, el amor, es otra cosa,
no una caricia donde quien acaricia lo hace sin ganas,
no un recuerdo delirante de zarpazos dados con rabia.

A veces, el amor,
va adentrándose lentamente en la oscuridad sin límite de noches demasiados solitarias.
Entonces sabes que te da la espalda,
que se arrastra quejumbroso,
que huye de tu espejo o de tu sombra,
que desaparece de tus labios, de tus dedos,
de tus orgasmos,
entonces sabes que no podrás recuperarlo,
que se dinamitaron los puentes,
que por las venas
se arrastran venenosos  los reproches y la sangre.

A veces, el amor,
no quiere ya madrugadas,
prefiere, simplemente, dejarse abatir.

 Y que todo acabe.  

lunes, 4 de abril de 2016

Las calles


¿Y las calles?
Sin pálpito apenas,
sin aullidos rotos,
sin cuerpos valientes,
sin la sobria lucha de quienes nada tienen.

¿Y las calles?
Tan limpias,
tan suaves sus voces,
tan llenas de luces,
tan amontonada la queja sobre la desidia
que apenas se oye,
apenas se escucha,
apenas hay mujeres y hombres
con los ojos abiertos soñando  el sueño torrencial de ser libres.

¿Y las calles?
A oscuras, a oscuras,
de noche, es de noche,
apenas  se ve,
apenas se oye el dolor agudo
de los heridos de ayer y de ahora mismo.

Apenas se ve, apenas se oye,
temblar a los pueblos
que mueren de prisa
sin pan y sin luces.

¿Y las calles?
Calladas, calladas,
de noche y de día,
sin piedras, sin paredes escritas,
sin la dignidad firme
de quienes nunca se rinden.

sábado, 2 de abril de 2016

Vendràn


Vendrá aún más hambre,
vendrán más andrajos y más suicidados.

Vendrán  a llevarse nuestras semillas,
nuestros brazos agrietados por el tajo,
nuestra tierra y nuestros cielos,
nuestros enfermos y nuestros techos.

Vendrán, ya están llegando,
por eso la cárcel y la mordaza,
por eso las excusas,
por eso el barniz obsceno de los parlamentos,
por eso las calles vacías,
las quejas prohibidas,
las mentiras mil y una veces repetidas.

Vendrá aún más  represión,
menos salario,
menos canción y más espanto.

No soy una alegre nigromante,
sólo escucho con el oído apegado a mi tierra,
tiemblan los huesos del pobre,
tiemblan de sed y de miedo,
aún se puede ser más esclavo,
aún se puede ahogar más
a quienes  están  desde siempre asfixiados.