Yo no creo que sean malos tiempos para la poesía. La poesía
no sabe de eso. Desde siempre se han escrito versos con mayor o menor fortuna. Somos
muchísimos poetas, muchísimos libros publicados, muchísimos certámenes y
encuentros donde glorias y fracasos se dan cita casi diariamente.
Lo que sí creo es que hay una poesía que pasa desapercibida
porque lo que cuenta, de alguna manera, nos pone contra las cuerdas y nos
obliga a tomar partido.
No hablo de la poesía social, hablo de una poesía más
marginal y precaria, hablo de la poesía que pretende recuperar la humanidad haciéndose
preguntas incómodas.
La poesía de la que hablo no se conforma con llorar al niño
refugiado, no se queda parada ante un desahucio, señala con sus dedos de
amapola al imperio y a sus criaturas. Se alza poderosa contra las jaulas y los
presidios, no se deja acobardar si la desafían.
Esta poesía no es nueva, no pretende innovar, su queja es
tan antigua como el mundo.
Sus palabras son apenas el eco sordo de los explotados de
la tierra.
A los que nos dedicamos a esta poesía acorralada nos
precedieron otros y después de nosotros vendrán otros que también arriesgarán
su lengua y su porvenir.
Y en esta apuesta que hacemos los poetas ahora, los que
estamos en las arenas movedizas sintiendo que somos engullidos por nuestra
conciencia clara, a veces, nos acompaña una editorial, un soñador a tiempo
completo que también ve el mundo como lo vemos nosotros y que también ve la
necesidad de no guardar más silencio.
Un ser humano o varios que arriesgan tiempo, dinero y
utopía editando libros que se lleva la corriente.
En mi caso es la Editorial Reflector.
David Lacaida ha editado por segunda vez “Los partos de la
bestia”. Un poemario publicado en el año 2011, unos versos desgarrados,
dolientes, oscuros como la rabia. Iguales que una bandera negra en mitad del
arcoíris.
Este poemario es un alarido, uno más.
Siento tristeza al decir que el contenido de estos poemas
está vigente. La violencia, desde que estos versos vieron la luz por primera vez,
ha aumentado, la ignorancia es la llave del candado que nos amordaza, las
guerras se perpetúan no muy lejos y callamos con nuestra indiferencia.
Esta segunda edición de Los partos de la bestia, lleva las
mismas armas: un puñado de versos lanzados a la cara de quienes aún creen que
vivimos en democracia, de quienes aún creen que es posible asaltar los cielos
sin arriesgar todo o nada, de quienes cada mañana se visten mansamente y
mansamente aceptan cada una de las miserias.
***
Reflector, no desea que la poesía sea un privilegio para
unos pocos, publica libros y amplifica las voces de autores que de no ser por
esta editorial estarían condenados a la afonía.
Hacer que el ruido sea maravilloso de nuevo, de Pablo
Fernández
Donker, de Albertina Castaño
La lectura es un proceso de envejecimiento, de Dani Jiménez
Calendarios, de David San Martín
Desierto, de Duna Huller
Venid a ver la sangre de mi memoria herida, de Silvia
Delgado
Versos de fogueo, de Josef Antoni
Fuego de cincel de Julián Fraile
Cerebro roto de Pablo Fernández
En voz alta, de Josef Antoni
Once libros, once miradas, once espejos en los que mirarse
en estos tiempos de deformidades.
Ojalá vuelen bajo estos versos, apegados a la tierra, ojalá
viajen en los bolsillos de quienes aún hoy y a pesar de todo quieren un lugar
mejor donde jueguen, canten y piensen nuestros hijos.
Ojalá sirvan y el esfuerzo que hacemos poetas y editoriales
como Reflector algún día se vea recompensado con el brindis de la victoria.
De momento no está prohibido soñar. Soñemos.
https://librosreflector.bandcamp.com/
https://librosreflector.bandcamp.com/album/los-partos-de-la-bestia