sábado, 31 de marzo de 2018

Me rindo



Las matanzas en Palestina continúan. Y a mi ya no me quedan palabras.
Tanto tiempo repitiendo lo mismo, tantos años diciendo que los exterminan gota a gota o los masacran.
Tanto tiempo gastado llamando asesinos a los sionistas que hoy esas sílabas manoseadas me parece que no dicen todo lo que sucede, lo que viene sucediendo en aquella tierra desde hace décadas.
Decir que allí las cárceles están llenas de niños, no impacta.
Decir que la violencia allí es tan rutinaria como respirar, no estremece.
Decir que los palestinos viven en el infierno es no alcanzar a explicar toda la barbarie.
Yo me rindo como poeta, pero no me rindo como ser humano.
Aunque estos renglones que escribo no detengan la sangre preciosa que se derrama.
Aunque estos versos huelan la pólvora sobre el olivo.
Aunque estos versos no sean el detonador que dinamite las alegres casas de los ocupantes.
Aunque estos versos suenen a liturgia inútil.
No tengo el pecho frío, por mis raíces sube el dolor de los oprimidos.
Suena el paso de las muletas acercándose con los heridos.
Suena el llanto estéril de los pasados a cuchillo.
Suenan los huesos partidos de los hijos.
Y en esa carnicería humana llamada Palestina, me rindo como poeta.
Y pido ahora mismo, desnuda de metáforas, que no se fabrique con sus sepulturas más olvido.

jueves, 29 de marzo de 2018

La herencia



Yo crecí con la esperanza de ver cambiar las cosas.
Los viejos me contaron siempre sus heroicidades, su empeño por la supervivencia.
Me hablaron de la emigración con muchos hijos agarrados a sus faldas, del exilio, de la cárcel, del silencio y de la iglesia que jodía a todas horas.
Vi desde niña a los obreros en huelga de hambre, a los obreros saliendo a la calle con las jaurías desatadas. Escuché su rabia cuando los tiroteaban, cuando ya poco más podían hacer que quemar ruedas y quedarse quietos a recibir hostias, vi a sus mujeres limpiarse las manos en los delantales pa levantar los puños limpios defendiendo el salario que pronto les negarían.
Vi la pena de los pueblos más irredentos diezmados por la droga.
Y fueron pasando los años y la niñez fue quedando atrás como quedan atrás algunos sueños.
Pero seguí creyendo que era posible cambiar las cosas.
Hoy no viene nadie a contarme que se fueron lejos para escapar del hambre. Soy yo la que lo cuento.
Veo la pobreza con estos ojos adultos y leo que las detenciones son cada vez más y cada vez con excusas más pueriles.
Pero sigo creyendo que es posible cambiar las cosas.
Me resisto a creer que moriré sin haber conseguido una victoria.
Una victoria para dejar a los hijos como legado magnífico.
Una cualquiera, la que sea.
Me conformo con un mundo mejor. Un mundo nuevo, por ejemplo.
Un lugar de pan, de techo y abrigo, por ejemplo.
Un lugar de paz sin renglones torcidos.
Un lugar victorioso donde puedan reír y cantar todos los niños.
No hay fronteras en mis sueños. O todos o ninguno.

lunes, 26 de marzo de 2018

La verguenza



Qué cobardía callarse a esta hora cuando en Cataluña se suceden las detenciones y el estado de excepción es nada excepcional en aquella tierra.
Qué cobardía guardar silencio o decir palabras que no dicen nada.
Qué cobardías se desnudan cuando es preciso dar con el puño sobre la mesa para decir basta.
Quien tiene miedo ahora lo tendrá siempre.
Quien calla permite mansamente.
Y no valen aquí las medias tintas, el “sí, pero no”, el “mañana veremos”, el “quizá” el “tal vez”, el “puede ser”.
Ahora mismo se necesitan todas las voces, toda la contundencia, necesitamos un clamor que sea imposible de ignorar.
Es urgente cortar el paso a esta nueva embestida, si no lo hacemos abriremos las avenidas para que arrasen con todas las libertades.
Cataluña está en la mira, disparan cárcel, represión y leyes.
Después de ellos será otro pueblo pacífico y rebelde.

sábado, 24 de marzo de 2018

Aquí les espero



Llévenme entre rejas, elijan de esta lista, la acusación que quieran:
Ni creo en dios ni falta que me hace, ni respeto a la virgen ni a los obispos.
Odio a la monarquía y más odio a los mamporreros que les besan las manos y les reverencian.
Soy independentista vasca y catalana por simpatía.
Denuncio la situación de los presos políticos, la dispersión, sus arbitrariedades, denuncio que los jóvenes de Altsasu están en la trena porque les da la gana, denuncio el estado de excepción en Cataluña, las condenas a los que cantan, escriben, informan, pelean.
La persecución a los inmigrantes, a los anarquistas, a los rebeldes.
En mi casa hay banderas, en mi casa hay un ordenador, en mi casa se escucha a Valtonic y a Hasel. Me informo gracias a Boro, sigo a Willy Toledo.
Estoy de acuerdo con todo lo que dicen y si no estaba de acuerdo con ellos ahora les apoyo en lo que quieran.
En mi casa hay libros.
En mi casa hay documentales.
En mi casa llamamos a los fachas por su nombre.
Deténganme por lo que quieran, por decir que la justicia hoy es una maza que golpea los cráneos de los que no aceptan sus reglas.
Por decir que la impunidad es la marca de los corruptos que nos gobiernan.
Por decir que en este país todo se va a la mierda.
Aquí les espero.
Vengan cuando quieran.

miércoles, 21 de marzo de 2018

Dios es un mal tipo



Hablar mal de dios es de mal gusto. Incluso pueden decirte que es delito.
No entiendo esto. Yo no creo en ese tipo, ni en su merchandising. No creo en sus delegados comerciales y no me gusta nada el libro que venden.
No creo en los discursos que difunden para vender su producto. Es más, cuando alguien habla en su nombre siempre pienso que es un reprimido que se toca a escondidas y después se clava cilicios.
El logotipo que difunden no me parece acertado: su barba blanca, su piel blanca, su cara bondadosa y rodeado de serafines. Es ridículo. Antiguo.
Tampoco me gusta el uniforme que llevan sus empleados: Las mujeres faldas oscuras, largas, cubierto el cabello, los hombres de oscuro, algunos también con falda.
Y no me parece bien que en sus contratos prohíban el sexo. ¿No tienen sindicatos?
Dicen que  está en todos los sitios y a mí no me gustan los cotillas.
Dicen que es machista y homófobo.
Dicen que pide dinero a los emputecidos a cambio del paraíso.
Dicen que soba a los niños y luego les culpa por tener pito.
Tiene casa en todos los barrios y en todos los pueblos, incluso en los más pequeños y recibe visitas todos los domingos.
A mi me parece un tirano, aparte de a sus funcionarios explota a los voluntarios, dicta perdones y pecados y además te condena al infierno si no le haces caso.
Definitivamente, dios es un mal tipo.


sábado, 17 de marzo de 2018

Os llamo



Yo os llamo con la desesperación de quien ve que nuestro porvenir vendrá encadenado.
Porque no podemos dejar solos a los que se expresan con sus alas extendidas entre rejas.
Porque cagarse en dios en estos tiempos es lo correcto.
Porque los jóvenes de Altsasu envejecerán en el talego si no lo evitamos entre todos.
Porque se sentarán muchos más en el banquillo por frases o por fotografías, por gestos o por sospechas de quienes desean imponernos su fe en el fascismo.
Os llamo a todas las personas. A las que jamás pensaron que perderían su trabajo, a las que nunca se imaginaron hablando bajo, a los que creyeron firmemente en el ideal de justicia.
Os llamo, os grito a todos.
Recuperemos las calles y la vida.
Recuperemos el puño y la rabia ensangrentada.
Recuperemos los nombres de los que asesinan.
La crueldad no duerme.
No descansan los bandidos.
Los cadáveres se suman y todos somos cautivos.
Os llamo. Nombre a nombre.
Porque no tienen derecho a castigar la voz ni la esperanza.

jueves, 15 de marzo de 2018

Mujeres pantera



Ellas no cantan. No se mezcla su voz con las balas. Ni un blues. Nada.
Sólo salen a buscar a sus hijos cuando oyen disparos desde sus casas.
Sólo salen a seguir el rastro de la sangre, las huellas de los disparos, los gritos de quienes han visto que de nuevo alguien ha sido acribillado.
Porque matan a sus hijos por la espalda, porque los matan cuando duermen en las plazas, porque los matan por si esas sombras llevan navajas.
 Y entonces ellas, descalzas porque son pobres, oscuras porque son negras, partidas en dos mitades porque son mujeres se llenan de pena y de rabia.
Y se juntan unas pocas con sus negras orfandades para decirse que los asesinos aún patrullan las calles.
Para comprender un mundo que las parió para ser nadies.
Y estas mujeres, un puñado de mujeres enlutadas, se juntan para preguntarse porqué su color de piel es presagio de muertes tempranas.
 Porqué tras las rejas hay negros hombres de raza, porqué su historia no aparece en los libros que los niños aprenden con sus caritas claras.
Y ya no están las mujeres del Black Panther Party mostrando sus armas en Harlem, Oakland o Baltimore. Ya no están aquellas mujeres que hicieron temblar los cimientos de un país que las quería calladas y esclavas
Apenas un puñado de mujeres huérfanas, llegan a la Casa Blanca, nadie las recibe.
La policía las apunta, no tienen miedo. Sólo sienten nostalgia.


domingo, 11 de marzo de 2018

Mujeres semilla



A partir del año 2001, en un barrio llamado Ituzaingó de Córdoba, Argentina, a las mujeres se les caían los hijos de los vientres, nacían con malformaciones, se les enfermaban de leucemia o se les morían por tumores.
No sólo los hijos, también los padres.
Aquel paisaje desolador donde los niños por decenas jugaban enfermos en las plazas y las madres los cuidaban con sus cabezas calvas no era producto de un conjuro malicioso, fueron las fumigaciones con glifosato las que lo provocaron gota a gota.
A las madres de Ituzaingó las empezaron a llamar locas porque fueron casa por casa registrando a cada persona enferma, fueron nombre a nombre escribiendo en un listado enorme lo que sucedía a un paso de las plantaciones de soja.
 Porque hasta el agua estaba contaminada, hasta el aire y la tierra y hasta los embarazos.
Las llamaban locas porque a pesar del dolor que sentían tenían fuerza para salir a la calle a buscar quien las escuchara, quien las mirara a los ojos, quien las acompañara en esta lucha que emprendieron hace más de una década.
Las llamaban locas porque siempre nos han llamado locas a las mujeres.
Porque nuestra locura es pertinaz y valiente y revienta el silencio de los cómplices.
Las llamaban locas, porque sí, porque en estos tiempos buscar justicia es la mayor de las locuras.
Las llamaban locas y ganaron. Hubo una sentencia que les dio la razón.
Pero no quisieron gritar su victoria, querían ya cambiar el mundo.
Y eso ya es otra historia.


sábado, 10 de marzo de 2018

La resaca



El 8 de marzo demostramos en las calles que somos muchas, la mitad.
Pero también quedó claro que ese día se convirtió en una huelga cómoda.
Los medios de comunicación se pusieron de nuestro lado, los políticos casi todos, llevaban un lazo morado en la solapa, se difundieron cánticos, pancartas, multitudes abarrotando las plazas.
Pero ha llegado la resaca.
Siguen sin tenernos miedo porque no cuestionamos el orden, porque no hemos sido capaces entre todas de señalar la pústula que nos desangra.
Porque nada tembló ese día, ni un poco. Nada.
Porque nadie llama por su nombre a la barbarie.
Las más optimistas pensarán que este el primer paso, una zancada que nos llevará a conseguir nuestros reclamos.
Yo soy de naturaleza realista y pienso que pasado un tiempo quizá se disminuya la brecha salarial en nuestros países blancos, pero continuarán los asesinatos, los burkas, el trabajo de sol a sol de las campesinas, las guerras imperialistas, la huida, los exilios y el delirio que vivimos el 8 de marzo en nuestras capitales bien asfaltadas quedará como una victoria pírrica.
Tengo vagina. Soy la mitad que salió a la calle el otro día.
Hubiera preferido menos canciones y más conciencia.
Más corazones rojos emancipados.

lunes, 5 de marzo de 2018

Mujeres de maiz, Las Patronas



 “La Bestia”, es un tren de mercancías que recorre México de sur a norte. Los emigrantes centroamericanos lo cogen en marcha. Muchos caen y en la caída pierden brazos, piernas, vidas. Algunos consiguen llegar a la frontera con EEUU donde son apaleados y deportados, alguno llega a su destino, los menos.
Esta realidad de los emigrantes que huyen de la miseria de sus países, que son robados, violados, apalizados por los caminos intentan en su desesperación subirse a esas toneladas de hierro en movimiento. A lomos de esta bestia, el hambre y la sed y el frío es una agonía, pero cuando el tren se aproxima al pueblo “La patrona” , un grupo de mujeres tan humildes como los migrantes, tan emputecidas como ellos, atentas al pitido rutinario que viene de lejos y se acerca a más de 50 kilómetros por hora, corren hacia las vías con sus bolsas de tortillas de maíz y sus botellas de agua.
Y se acercan.
 Mucho se acercan.
Estiran sus cuerpos hasta que alguien, quien sea, da lo mismo, agarra la bolsa que le ofrecen da gracias por no haberse caído y da gracias por tener qué llevarse a la boca.
Estas son las mujeres que a mi me admiran. Apenas nadie sabe de ellas porque no escriben libros y no hacen la revolución a gritos.
Pero sí hacen la revolución. Silenciosamente. Demuestran al mundo que las ideas más revolucionarias son las que se ponen en práctica, día a día, con actos sencillos, heroicos, llenos de coraje.
Reconocen que hay seres aún más vulnerables que ellas y se duelen porque al día siguiente no cesarán de oír el mismo pitido a lo lejos y de nuevo correrán con sus bolsas de tortillas de maíz y sus botellas de agua al auxilio de esa multitud desoladora que va en busca de un mejor destino.
Estas mujeres colosales, con la piel y el corazón curtidos no se cansan de conspirar contra el horror de un mundo que vomita a sus hijos más allá de sus fronteras.
Ellas son las revolucionarias, las que ponen a andar la ternura, las que alimentan la esperanza. Los que no podemos olvidar.
Mujeres de maíz y agua. Mujeres que nos humanizan.


domingo, 4 de marzo de 2018

La palabra castigada



La cárcel cae sobre todo aquel que haga uso de su libertad de expresión. Pero sólo sobre la libertad de expresión escorada hacia la izquierda. Son los renglones torcidos que el fascismo quiere enderezar a golpe de sentencia.
Hasel ha sido condenado por decir:
Las presas y presos políticos son ejemplo de resistencia.
Isabel Aparicio fue exterminada por el Estado negándole asistencia médica.
La Guardia Civil asesinó a 15 inmigrantes.
La familia real son unos parásitos.
La monarquía tiene negocios criminales como el tráfico de armas con Arabia Saudí.
La monarquía vive a todo lujo a costa de la explotación y miseria ajena.
La Guardia Civil, como hasta el Tribunal Europeo ha dicho, ha torturado.

Dos años y un día por decir lo que todos decimos en voz baja. Lo que todos sabemos.
Diez días de cárcel por cada palabra.
Cada sustantivo, artículo, verbo tiene castigo.
Silvia Delgado Fuentes, vasca, poeta, haciendo uso de mi libertad de expresión subrayo las palabras dichas por Hasel y las rubrico con mi firma.
Bilbao, 4 marzo 2018.

sábado, 3 de marzo de 2018

El gobernador


Luis María Linde, gobernador del Banco de España ha dicho con sus reales cojones monárquicos: "Que recuerden los jubilados que, la mayoría, tienen casa en propiedad y no tienen que pagar 600 euros del alquiler, sino 100 de comunidad".

Y se ha quedado tan pancho.
No se podía esperar que dijera otra cosa. Pertenece a la clase social de los que ganan siempre y sabe que nada le sucederá, que nunca se verá contando monedas para comprar el pan y las medicinas.
Pensará que los pensionistas son unos caprichosos y uno ingratos. Que ojalá se mueran todos y dejen así de molestar.
Porque este señor no tiene una madre viuda pasándolas canutas para llegar a fin de mes.
Porque no ha visto a sus padres trabajando de sol a sol para ganar un salario de mierda que se convierte en más mierda cuando se jubila.
Porque no le pesa la subida de la luz, ni del agua, ni el copago ni le pesan unos hijos obligados a ir al extranjero, ni le avergonzará pedir alimentos en Cáritas, ni calentarse con velas.
Porque nadie de su entorno será desahuciado, ni estafado, ni multado, ni encarcelado.
Porque no comprende que a estas alturas si los pensionistas salen a la calle es porque no pueden más, porque no van a dejarse arrancar también la dignidad.
Pero de esto el señor Linde nada sabe. Nada sabe de pobreza ni de decencia. Es leal a su clase.
Los suyos le premiarán y los nuestros seguirán en la pelea.
Veremos cual de los dos bandos baja los pulgares.