Viñeta de Kalvellido
Se pueden utilizar los números para contar por miles los canallas que hoy día son dueños de la impunidad o también esos números pueden ser usados para decirnos que hay un montón de gente honrada resistiendo en Somonte, apostando por la tierra, que es lo mismo que decir que apuestan por la justicia más limpia, la del pan, el techo y el trabajo bien pagao.
Y ellos, los que han vuelto pese a los tricornios, puede ser que sientan sobre sus hombros el peso infinito del miedo, pero les pesa más el empobrecimiento de sus pueblos, puede ser que cuando llegue la noche sientan los pasos apresurados de quienes causan dolor a sueldo pero más daño les hace vivir de prestado en un lugar que se muere sin sus manos, puede ser que esperen temblorosos ser desalojados de nuevo pero se aferran heroicos a su nobleza de piel y no de sangre bastarda.
Y por eso, es preciso utilizar los números para contarlos uno a uno, es urgente abrazar sus nombres, es necesario decir alto y claro, que un puñado inmenso, ahora mismo, aprietan los dientes y desafían a las leyes y a los sables.
Hasta conquistar el derecho a ser los dueños de una tierra que espera su sudor y su siembra.
sábado, 28 de abril de 2012
martes, 24 de abril de 2012
Què serà lo siguiente
Viñeta de Kalvellido
Me pregunto qué será lo siguiente.
Ya tenemos prohibidas la salud, la letra, el trabajo y la queja.
Estamos en manos de bestias, unos pocos contra millones, unos pocos haciendo mal las cuentas, unos pocos mirando pa fuera, culpándonos de nuestra pobreza, castigándonos por quedarnos sin casa, por ser viejos, por estar enfermos, por comer todos los días, por llevar la impotencia pegada a los labios en calles vigiladas y en vigilia.
Estamos como al principio, estrangulados por el miedo y las excusas.
Obligados a pagar a escote opulencias ajenas, obligados a mover la rueda que nos revienta. obligados a mirar sus ombligos roñosos mientras supuran las heridas de todo un pueblo que no dice amén, aunque lo parezca.
Y yo me pregunto qué será lo siguiente, qué tendrán previsto en su agenda, qué pensarán hacer con tantos seres humillados por la miseria, de qué forma nos harán invisibles y quemarán la memoria y encarcelarán la rabia para que no se oiga.
Yo me pregunto, una vez que seamos sólo un montón de parias a la deriva, ¿qué planean hacer con nosotros? ¿Con nuestros cuerpos?, ¿con nuestros huesos? ¿Con nuestros brazos vacíos? ¿Con nuestros corazones quietos? ¿Con nuestra paciencia hecha jirones de tanto recibir ostias a mansalva, día tras día?,
¿Cómo contendrán a esta marea que prefiere aullar a la intemperie antes que obedecer los mandatos de los que todo lo tienen?
¿Serán suficientes las jaurías, las cárceles, la malnutrición, las caries?
¿Serán suficientes las fronteras, las alambradas, las guerras?
¿Serán suficientemente violentos los gobiernos matones de uno y otro lado como para detener esta verdad que se esparce como una semilla fértil?: Nos sueñan esclavos, nos quieren esclavos, besándoles los pies mientras se lavan con sangre las manos.
Me pregunto qué será lo siguiente.
Ya tenemos prohibidas la salud, la letra, el trabajo y la queja.
Estamos en manos de bestias, unos pocos contra millones, unos pocos haciendo mal las cuentas, unos pocos mirando pa fuera, culpándonos de nuestra pobreza, castigándonos por quedarnos sin casa, por ser viejos, por estar enfermos, por comer todos los días, por llevar la impotencia pegada a los labios en calles vigiladas y en vigilia.
Estamos como al principio, estrangulados por el miedo y las excusas.
Obligados a pagar a escote opulencias ajenas, obligados a mover la rueda que nos revienta. obligados a mirar sus ombligos roñosos mientras supuran las heridas de todo un pueblo que no dice amén, aunque lo parezca.
Y yo me pregunto qué será lo siguiente, qué tendrán previsto en su agenda, qué pensarán hacer con tantos seres humillados por la miseria, de qué forma nos harán invisibles y quemarán la memoria y encarcelarán la rabia para que no se oiga.
Yo me pregunto, una vez que seamos sólo un montón de parias a la deriva, ¿qué planean hacer con nosotros? ¿Con nuestros cuerpos?, ¿con nuestros huesos? ¿Con nuestros brazos vacíos? ¿Con nuestros corazones quietos? ¿Con nuestra paciencia hecha jirones de tanto recibir ostias a mansalva, día tras día?,
¿Cómo contendrán a esta marea que prefiere aullar a la intemperie antes que obedecer los mandatos de los que todo lo tienen?
¿Serán suficientes las jaurías, las cárceles, la malnutrición, las caries?
¿Serán suficientes las fronteras, las alambradas, las guerras?
¿Serán suficientemente violentos los gobiernos matones de uno y otro lado como para detener esta verdad que se esparce como una semilla fértil?: Nos sueñan esclavos, nos quieren esclavos, besándoles los pies mientras se lavan con sangre las manos.
viernes, 20 de abril de 2012
El bombardeo
Viñeta de Kalvellido
Igual que en una guerra, no cesan de caer las bombas que nos revientan.
Devastando nuestros derechos convierten en visibles sólo a aquellas personas que conservan unas pocas monedas para comprar salud, letra o trabajo.
Los demás no cuentan, no importan, allá cada cual con sus problemas.
La élite, cada día más salvaje, disfruta si ruedan cabezas, claro, si son cabezas de tercera, es decir, las nuestras.
No nos necesitan a todos, con un puñado es suficiente para mover la rueda que multiplica su riqueza.
En realidad, los que mandan, esos que susurran a los oídos de los gobiernos a la vez que amenazan, los mismos que retuercen el cuello de los pueblos, o deciden inventarse pestes o hambrunas, o mover las fronteras o saquear la naturaleza, sin palabras nos cuentan sus propósitos, sin quererlo, señalan poco a poco sus ideas.
Nos muestran que en realidad, los disparos a bocajarro del gobierno de turno no son más que dóciles fórmulas creadas por unos verdugos que desde la sombra simplemente ambicionan más crímenes y más fortuna.
Igual que en una guerra, no cesan de caer las bombas que nos revientan.
Devastando nuestros derechos convierten en visibles sólo a aquellas personas que conservan unas pocas monedas para comprar salud, letra o trabajo.
Los demás no cuentan, no importan, allá cada cual con sus problemas.
La élite, cada día más salvaje, disfruta si ruedan cabezas, claro, si son cabezas de tercera, es decir, las nuestras.
No nos necesitan a todos, con un puñado es suficiente para mover la rueda que multiplica su riqueza.
En realidad, los que mandan, esos que susurran a los oídos de los gobiernos a la vez que amenazan, los mismos que retuercen el cuello de los pueblos, o deciden inventarse pestes o hambrunas, o mover las fronteras o saquear la naturaleza, sin palabras nos cuentan sus propósitos, sin quererlo, señalan poco a poco sus ideas.
Nos muestran que en realidad, los disparos a bocajarro del gobierno de turno no son más que dóciles fórmulas creadas por unos verdugos que desde la sombra simplemente ambicionan más crímenes y más fortuna.
jueves, 12 de abril de 2012
No me fìo
Imagen de Kalvellido
Pues yo no me fío.
Ni aunque su promesa sea dar tierra a quien la trabaja, ni aunque ofrezcan frenar los desahucios, criminalizar la riqueza, garantizar el pan, el techo, el salario.
Yo no me fío de quien pacta con el diablo, aunque se lo den firmado.
Porque el olvido traiciona y no será casual que se engañe a los de siempre.
Porque confiar en aquellos que fabricaron una democracia de gatillo, que han mentido, estafado, asesinado, pensar que en esta ocasión tienden su mano izquierda, (esa mano que ha sido muñón), que todo irá bien, es ingenuo, además peligroso, además llena de sinsentido la política seria, la de la coherencia y la verdad dicha a pleno pulmón, sin pactos, ni sobornos.
Lo mismo que no me fío de la bondad de los verdugos, ni de la generosidad de los ricos, ni del amor de los violentos, yo no me fío de los que se frotan las manos pensando que esta vez podrán hacer justicia con quienes la emputecieron arrastrándola por el fango de la codicia.
Yo no me fío, tengo memoria y de algo tiene que servir la historia.
martes, 10 de abril de 2012
Por pelotas
Viñeta de Kalvellido
Le han matado y se cruzan de brazos.
Como si fuera culpable de algo.
Como si fuera un delito respirar, le reventaron la cabeza.
Otro caído en este mundo de violencia.
Otro a quien le arrancan el futuro de cuajo,
a quien abrasan los sueños,
a quien vacían el cuerpo,
a quien visten de luto y de féretro.
Pero hay alguien que dice: apunten disparen fuego.
Hay alguien que reparte esa ausencia y ese dolor entero,
hay alguien que mastica las vidas sin sentir una pizca de culpa, ni un poco de remordimiento.
Hay alguien que manosea las balas mientras caen por todas partes huesos, tuertos, muertos.
Y mañana seguirá con su trabajo de náusea, con su sed de sabia roja.
Y mañana se lamerá las manos mientras piensa qué decir a un pueblo, a una familia.
Y sus palabras serán como escupir todos los nombres.
Como llenar de babas
el recuerdo
de un joven
que murió con el cráneo hecho pedazos.
sábado, 7 de abril de 2012
Dimitris
Carta manuscrita de Dimitris
Hay personas que se convierten en símbolos.
Gente común que con su ejemplo de dignidad nos revienta la conciencia.
Es tarde para la pena, ya no hay dìas para el abrazo, las calles son polvorines donde la vida esparce sueños muertos.
Y ese escuadròn que dicta epitafios y fatiga sus lenguas leprosas escupiendo leyes que diezman, ignora que tiene los labios manchados de sangre porque estrangularon a los pueblos hasta destruir sus arterias.
Apenas nos queda un poco de futuro, apenas un poco de mar sin luto, apenas algún símbolo que sirva de espejo donde mirar el plomo, el fango, las tinieblas.
Es momento de detener la barbarie, de parar a los verdugos, no es tiempo de continuar escondiendo la memoria, la palabra, a los hombres y mujeres que supuran.
El silencio es impunidad y con ella se lavan las manos los que gobiernan.
Un disparo en una plaza y Dimitri cae al suelo para poner en pie la rabia.
miércoles, 4 de abril de 2012
Los violentos
Viñeta de Kalvellido
Ahora son violentos los poetas, los actores, los músicos, es decir, gente de palabra.
Profesionales que hacen con su voz, con su canción, con su queja, un lugar un poco más amable.
Y son violentos porque decidieron limpiarse el miedo, porque sintieron espanto al mirar la realidad, porque no supieron apretar los dientes y callar mientras la miseria ocupa todos los espacios y apenas queda un poco de esperanza convertida casi en blasfemia.
Y ellos, nuestros entrañables violentos, sienten el acero de las leyes, la mirada podrida de los que tienen terror a sentirse libres, la brutalidad derramada sobre sus identidades.
Nuestros violentos son un peligro porque no están dispuestos a vivir la locura de un mundo con el porvenir crucificado, por eso reciben palos a cambio.
Es curioso, porque los que se llaman a sí mismo pacíficos , piden el ojo por ojo, diente por diente, desatan la ira cada vez que pueden, aplauden a los asesinos en serie, justifican todas las barbaries y babean cuando la sangre sale a borbotones de los pueblos que se defienden.
Cuando un entrañable violento abandera la protesta, cuando molesta, los pacíficos ponen a engrasar la maquinaria para que calle o desaparezca, aquí manda su paz hipócrita.
Por cojones, cueste lo que cueste.
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