Habrá que preguntarse por qué a las alimañas fascistas se
las trata en los medios de comunicación como algo residual, anecdótico, casi folclórico.
Los vemos desfilar ante las cámaras con sus banderas, con
su merchandising; viejas temblorosas con el brazo alzado, jóvenes matones y
descerebrados, mujeres que se toman el café diario en bares donde guardan con
nostalgia las balas que no fueron usadas, misas por el genocida, curas que desabrochan su bragueta mientras dan vivas a
Franco, tertulianos que echan leña al fuego con sus odios viscerales, desfiles
por las calles, insultos, golpizas, vía libre en las redes sociales y los
medios de comunicación casi ríen con sus amenazas, con sus gracias, con su estética
cañí y su todo por la patria.
No quieren hacerse cargo de esta realidad que tenemos entre
las manos. El trato que les dan favorece que salgan de las madrigueras, los
alimenta, los hace crecer, consigue que se reproduzcan sus ideas.
Ahora mismo se están organizando contra todo aquel que
quiera romper España, contra todo aquel que no sea facha, contra los extranjeros
más pobres, contra los políticos y las mujeres libres, contra los homosexuales,
contra ti y contra mí, contra todas las que estamos en esta trinchera exigiendo
una democracia de veras.
Mientras escribo estas letras seguro que en alguna cadena
de televisión hay un micrófono buscando al fascista que quiera hablar sobre los
huesos del asesino, sobre El valle de los caídos, sobre lo mal que está España desde
que llegó la “izquierda”. Si les tiran de la lengua dirán que están con ganas
de salir a cazar. Y tranquilamente
después darán paso a publicidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario