Hay muertos y muertos. Muertos que no merecen ningún
respeto.
Muertos que murieron de viejos, masturbados por los curas.
Hay muertos que son puercos.
Muertos que vivieron dejando al pueblo a oscuras.
Muertos que no se fueron con lo puesto,
muertos genocidas.
Hay muertos que sólo merecen el fuego en sus huesos,
hay muertos que aún mandan escupir en el rostro de las víctimas.
Hay muertos corrosivos, sepultados y protegidos
por canallas y asesinos.
Hay muertos audaces que engendran peste.
Hay muertos que no son cadáveres,
que huelen a pólvora, a incienso,
que viven con el aplauso de una España que mutila la
memoria
de quienes si fueron muertos dignos.
Hay muertos y muertos.
Hay muertos que no merecen ningún respeto.
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