Viñeta de Kalvellido
Estos días pienso en la necesidad que tengo de escribir un réquiem. Uno cualquiera para
empezar, luego ya vendrán más.
El réquiem de la monarquía no estaría mal.
Escribir por ejemplo:
Se acabaron sus símbolos
y sus náuseas,
se fueron con sus
sables y sus verdugos,
desnudos de oro, desnudos de guerra, desnudos.
O escribir por ejemplo el réquiem de la codicia:
Murió desmembrada,
le arrancaron los
brazos para que ni muerta pueda robar el pan,
para que ni muerta
pueda desafiar la paz.
O por ejemplo escribir el réquiem del imperio:
Lo derribaron, si,
lo derribaron desde
dentro,
sus negros brazos, sus
dientes blancos, sus indios pobres, sus pobres niños,
lo derribaron ellos,
si,
lo derribaron.
O escribir el réquiem de dios:
Muerto estás, mil veces muerto,
muerto en cada muerte,
muerto en cada resignación.
Muerto porque somos
libres,
muerto porque no
tenemos miedo a ser amor,
a ser amados sin tu mísera
bendición.
Y así me gustaría escribir cada día , un funeral nuevo, un
epitafio alegre.
De momento me aguanto la sed de escribir y de brindar.
De momento voy afilando mis letras por si pronto las tengo
que usar.
¿Sabés cuánto te queremos de este lado del mundo?
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