Las palabras
no hacen su sortilegio,
son como piedras,
(inermes huesos de la tierra).
No acortan la distancia
entre las patrias
que mueren,
callan las cruces
gamadas que se clavan,
callan el grito
partido en dos,
los sudarios infinitos y podridos,
las casa derruidas,
el coraje con sus cenizas
El dolor que enmudecen los escribas,
es sangre tibia y silenciosa,
sin voz, sin letra,
sin lugar en las
retinas ni en las líneas.
El dolor que enmudecen los escribas,
la palabra de justicia nunca dicha,
sepulta la verdad de las masacres,
desempolva el fascismo hasta dejarlo limpio
y deja a la
intemperie para siempre
este oficio de ser
libre.
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