Viñeta de Kalvellido
Yo vengo de un pueblo pequeño.
Nacida entre gente sencilla, personas que a la madrugada
iban al trabajo y regresaban y volvían y regresaban, año tras año, hijo tras
hijo.
Casas con las puertas siempre abiertas donde se podía escuchar
el crujir de la desesperación.
Vengo de ese pueblo pequeño donde el parque se llamaba “parque
del amo”, al río, “río del amo” y donde algunos viejos aún se arrancaban la
txapela para saludar al patrón.
De esto no hace tanto, tengo 46 años.
Pero también vengo de un pueblo pequeño que supo plantar
cara.
Que se hartó de ceder el paso, de agachar la cabeza, y recuperó
la dignidad con una huelga de hambre masiva que marcó nuestra infancia.
De aquellos barros estos lodos, allí, entre los hombres
decentemente hambrientos, escuchándoles hablar, cantar, llorar, creo que nació mi
conciencia.
Porque no había silencios en aquella lucha callada.
Porque todo eran palabras con sentido, palabras de dolor
y de rabia, palabras que fueron semilla en la niñez de una poeta que aún ni sabía
que este sería el oficio de su vida.
La memoria apuntaló
mis versos con las voces de aquellos hombres y mujeres tan inmensos.
A ellos, a todos los que no se hincan de rodillas, debo mis
poemas sencillos.
!Hostia! Silvia,que hermosura
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