Viñeta de Kalvellido
Las palabras viejas, las más denostadas y polvorientas,
esas que han sido escondidas en los huecos de la historia, nos dicen la verdad.
Predijeron hace siglos lo que hoy sucedería.
Nos hablaron de esclavitud, de usura.
Nos hablaron de violencia, de falsos sistemas que no cerrarían
ni una sola de las heridas.
Expusieron claramente lo que viene sucediendo: grandes guerras, larguísimas
cadenas, mercantilización del ser humano, saqueo sin fronteras.
No eran brujos, ni clarividentes.
No eran místicos, ni pesimistas.
Eran simplemente gentes horribles sin dios y con ideas.
Ahora resulta que los zurdos tiene miedo a nombrarlos:
Marx, Lenin, Stalin, Engels, Castro están fuera de sus labios, escupidos de su
vocabulario.
Tienen miedo a la
espantada que se produciría si los llaman, entonces se deslizan por los púlpitos
con terminología pueril, eufemística.
Y ahí empieza su declive, en la ausencia de coraje para
llamar a las cosas por su nombre.
Y se quedan en esa tierra de en medio, entre aplausos y
entrevistas, acuerdos, reuniones y soflamas más o menos ilusionantes. Pero se
autocensuran, aceptan ese soborno tan íntimo, tan primigenio. Tan lacerante.
La lógica, bastante ilógica de esta poeta que habla me
dice que no será entonces el primer soborno que acepten, llegarán otros, a
cambio de votos o de lo que sea.
¡Ay, mi niña! ¡Qué bien dices la historia de los pueblos! ¡Qué bien cuentas su historia, sus traiciones, sus miedos! ¿Será por eso que te quiero tanto?
ResponderEliminaray, normita¡¡ nos queremos, de poeta a poeta, por suerte, aùn nos queda coraje en cada verso.
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