Puede ir a peor.
Puede haber más detenciones, pueden perseguir a más independentistas, a más tuiteros, a más maestros, a más cantantes, a más poetas, a más políticos, a más rebeldes, a más desobedientes, a más viejos, jóvenes, mujeres, hombres.
Pueden seguirte por las redes y darte caza.
Cazarte en casa o en la calle.
Pueden enviarte a la cárcel y olvidar después tu nombre.
Pueden ponerte multas por evitar desahucios, por llevar una camiseta, por votar, por iniciar debates, por escribir, por denunciar, por levantar el puño, por temblar de frío, por quejarte en silencio o a gritos.
Pueden hacer que te calles con golpes o presidio.
Pueden hacer lo que sea pa que obedezcas.
Pueden convertir esta tierra en una cárcel inmensa, en una cárcel de miedo, en una cárcel sin rejas.
Pueden ir a peor las cosas, claro que pueden.
Porque el pueblo que ni come ni trabaja está quieto y agarrado a la bandera rojigualda. En lugar de combatir contra ella y sus cadenas prefiere conformarse con las migajas de libertad que le quedan.
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