No cuenten conmigo pa defender las fronteras,
ni pa defender el
disparo a pueblos que caen uno tras
otro,
tras otro,
ni pa mantenerme neutral ante el inmisericorde que cierra las puertas a las ganas de vivir
otras primaveras.
No cuenten conmigo para escupir blasfemias contra las
costumbres ajenas,
ni pa maldecir al hombre que aguarda mojado,
ni al niño hambriento de madre,
ni a la mujer aterida de miedo.
No cuenten conmigo.
Vengo de tierras donde se recuerda el éxodo inacabable de
los vencidos,
he cruzado con ellos los bosques y los mares,
he escuchado su sed y
sus desconsuelos.
No cuenten conmigo
para tanto derroche
de golpes y exterminios.
Vengo de escuchar a los viejos
que una vez fuimos nosotros
los que llenamos las
barcas,
los que esperábamos cambiar nuestros destinos
lejos del terror y del fascismo.
No cuenten conmigo,
miles de seres humanos están en peligro
y Europa idea la peor manera
de devolver a sus casas a quienes piden asilo.
No cuenten conmigo para callar que pesan la voz y la
palabra,
que depredan la vida
siempre los mismos
y que se deshace la carne
esperando, inútilmente, de Europa, un armisticio.
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