jueves, 21 de junio de 2018

Los depredadores



Los depredadores andan sueltos. Punto.
Los picoletos es lo que tienen mueven los hilos y bailan los jueces.
La calle nunca fue nuestra, nos la arrancaron de cuajo cuando dejamos de volver a casa solas, cuando nos empujaron a los portales, cuando nos llevaron a la fuerza a descampados terribles donde nos abrían las piernas para imponernos su falo.
Nunca fue nuestra la justicia. Nuestro dolor es placer a los ojos de quienes dictan sentencias.
Nuestro cuerpo nunca fue nuestro porque lo compran y lo venden sin preguntarnos.
El derecho de pernada se hace valer con sus leyes.
De día el tricornio, la ronda, el lustre de su oficio denigrante. De noche la presa, los pezones que sangran, el desgarro callado, la soledad entera en un cuerpo que es violado hasta que no pueden más los depredadores.
Y están sueltos, por millares, por millares acechan, impunes y arrogantes.
Yo pienso que ya es hora de poner el miedo en su sitio, que lo tengan ellos.
Es hora de que esto acabe.

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