Los tricornios mandan.
Por algo en mi pueblo se les tenía terror cuando aparecían,
porque a veces, alguien flotaba en un río con las manos esposadas en la
espalda, porque a veces se filtraba una fotografía con la cara deformada por
los golpes, porque a veces una mujer detenida denunciaba violaciones, porque a
veces hubo guardias civiles condenados por torturas, aunque luego fueran
indultados.
Los tricornios aún hoy salen de caza.
Ellos dicen que los jóvenes de Altsasu les dieron una paliza
cuando iban de paisano y sus novias temblorosas lo confirman.
Pero Altsasu sabe la verdad. Sabe que el andamiaje sobre el
que se ha construido esta infamia es la venganza, sabe que sus hijos están
entre rejas y estarán mucho tiempo porque no hay garantías democráticas, porque
sobre la mentira se edificó una acusación para que la respaldaran el fiscal y
la jueza y los medios de comunicación se han encargado de blindarla sin
fisuras.
Hoy, como tantas veces sucedió, comprobamos con esta
sentencia desproporcionada que no quieren dejarnos en paz.
No quieren la paz para esta tierra.
Utzi bakean Euskal Herria.
Utzi bakean Euskal Herria, ostias¡
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