Me cansé de buscar un lugar silencioso donde no se escuche el estridente ruido de la
democracia haciéndose añicos desde el principio.
Es agotador asomarse a los pueblos y ver las sombras que
dejan las urnas, las trampas, los juegos sucios, las estafas, la hipócrita actitud
de los arrogantes que desean estar arriba pa pisarnos el cráneo, el pan, las
cadenas.
Me cansé de pensar que es posible, que quizá las promesas serán
ciertas, que vendrán tiempos mejores si vamos de la mano de los que aún no
llevan corbata, de los que aún dicen que representan a esta mayoría defenestrada
por la pobreza.
Me cansé de mirar el mañana con ese barniz de ilusión fantasma,
me cansé de escuchar sus palabras huecas de verdad, lejanas, templadas,
arrodilladas.
Me cansaron sus ilustradas interpretaciones, sus sesudos análisis,
sus guiños al marxismo, sus números mágicos, sus abrazos al capital.
Me cansaron todos, me hartaron hasta la náusea. Porque soy
mujer y soy de pueblo y soy trabajadora y de nosotras no hablan.
No creo en dios, no creo en sus representantes, no creo en
estos postulantes que bajan la voz cuando de lo que se trata es de alzarla, de
romper la inercia de los buenos modales para sacar a la calle a todo un pueblo
que lleva en la cruz demasiado tiempo.
Me cansé, me cansaron, me agotaron sus sueños.
Sólo la conciencia emancipada puede hacerlos ciertos y de eso, claro,
los demòcratas no hablamos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario