Y claro, como los medios están preocupados por las riadas
de Japón, por la patada de la reportera, por los catalanes y su ansía de
independencia, por el número de refugiados asignado como si fueran piedras, por
si el rey se tira un pedo o varios, por el clima bueno, malo regular, cálido,
templado frío, gélido, por el futbol, por Venezuela y la escasez de papel higiénico
y un sinfín de noticias es normal entonces que la muerte de al menos cuatro
trabajadores pase desapercibida.
Poca cosa, sucedió en Andalucía.
Poca cosa, eran jornaleros.
Poca cosa, eran
lituanos y rusos.
Nada, muertos casuales de tercera.
El destino se llevó los cuerpos dormidos plácidamente en
el confort de un desagüe.
¡Qué mala suerte ¡
¡Silencio!
Los medios se encargan de echar sobre estos cadáveres indiferencia.
Nadie habla sobre su esclavitud, sobre su desarraigo,
sobre la humillación de subsistir en condiciones feudales.
Nadie habla de ellos, apenas sus nombres y su origen pa
dejar bien claro que no deben importar a nadie.
Son de los nuestros, joder. los que venden puerta a puerta, los que caen
fulminados por el calor y el hambre, los que viven a la intemperie, los
superexplotados.
También son de los nuestros los vomitados en silencio por este sistema tan
bestia.
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