Querida Paula Omaira:
Hoy quiero regalarte unas palabras.
No tengo otra cosa para darte.
Verás, es cierto que el mundo vais a tener que arreglarlo, no lo estamos haciendo nada bien, lo hemos
llenado de dioses y de tiranos, lo hemos reventado con miedo y sumisión, pobreza y sangre, silencio y falsedades.
Los niños debéis poneros manos a la obra, cuanto antes.
Tendréis que
ayudarnos.
Llenadlo todo de preguntas, de curiosa rebeldía.
Fijaros en las mapas, son papeles estúpidos que explican qué
es la codicia.
Fijaros en la la
historia y haced todo lo posible para leer entre líneas a los invisibles.
Fijaros en las lágrimas porque donde lloran, os necesitan.
Fijaros en las banderas que son golpeadas y quemadas,
representan pueblos en los que urge levantar la voz, el puño, la rabia.
Fijaros allí donde se juntan los apaleados para pedir pan,
techo, abrigo o salario.
Derramad ternura por todos los costados,
reíd hasta que os duelan los labios,
cantad como si las canciones fueran sortilegios para
combatir la violencia que lleva siglos hablándonos.
Querida Paula Omaira, deberéis ser piedra y rosa, plomo y caricia,
cuchillo y semilla.
Poco a poco edificareis sobre estas ruinas.
Poco a poco llenareis las calles de justicia.
Poco a poco, paso a paso, sin ponerse de rodillas.
Paula, hoy yo sé que no todo está perdido.
Os acompañaremos.
Poetas y jornaleros.
Modistas, desempleadas, maestros, panaderas…. hombres y mujeres comunes a los
que les roban la vida y el tiempo pa vivirla.
El mañana os espera.
Créeme, las alas crecen
poderosas si sueñas con ser libre.
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