Llora conmigo
sin esperar el turno de los lamentos,
improvisemos un llanto,
hagámoslo con prisa,
aquí mismo,
en este desierto privado
donde no hay espejismos.
Llora conmigo.
Cuando hayamos llorado todo,
cuando apenas quede una pizca de salitre en la sangre de
ambos,
entonces saldremos al
mundo
como sale un niño de la placenta a gritar
que nos negamos a morir
sin saber cómo es vivir
dignamente, sin lastima.
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