Ni siquiera puedo secar vuestro llanto,
mis manos no alcanzan,
no son nada,
apenas un instrumento
que me ayuda a deletrear la infamia.
Ni siquiera puedo imaginar qué sienten los jóvenes en esta hora larga,
en este largo invierno,
en este largo instante
en el que aún los cuerpos no tienen descanso.
Ni siquiera puedo pensar en tanto espanto,
no me cabe,
no tengo sitio para tanta barbarie galopando sobre tantos,
tantos huesos.
No tengo sitio para tanto pueblo sepultado hoy,
ahora mismo.
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