Viñeta de Kalvellido
Ustedes,
los que vivís ajenos al espanto,
los que no sabéis secar las lágrimas
de los que lloran enfrente.
Los que contáis estrellas
pero no miráis que bajo ellas
cae un hambre oscura,
los que bebéis del cáliz de la indiferencia
y no cantáis a
contraviento
y no ayunáis entre los escombros de tanta vida en ruinas
y no existe para vosotros el tibio beso de un enfermo.
Ustedes,
vosotros,
gentes sin golpes y sin muertos,
con casa, qué bien,
con salario, qué bueno,
bostezad a escondidas
que llevamos el peso de muchos siglos
existiendo de rodillas.
Que no os veamos encogiendo los hombros,
que no os veamos dando la espalda a las pústulas ni a los
suicidios,
que no os veamos risueños mientras mueren o morimos.
Porque un día, quizá mañana,
parirà el pueblo nuevo aires.
De libertad, qué bien,
de amor, qué bueno,
y en ese amanecer
no habrà lugar para los que sólo miraron el cielo.
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