Pronto serán las elecciones europeas.
Vuelven los cuentos de la buena pipa. Los escenarios se
montan y desmontan a velocidad de vértigo.
El telón se levanta, la sátira comienza.
Caramelos y globos para los niños, para los adultos,
miedo.
Miedo al pasado, al futuro, miedo.
Las palabras se travisten.
La barbarie con chaqueta de pana y vaqueros.
Algunos temas no se tocan, es un pacto entre caballeros.
La Europa más sucia representa el papel de la democracia.
El público, en andrajos, escucha.
Piensa que podrá participar de la farsa, piensa que al
besar la urna, le saldrán a sus pies descalzos
unos zapatos.
Piensa que podrá cambiar las cosas.
Pero se hace de noche y el telón se baja.
Quedan los pueblos más solos, aún más desesperados.
Sólo frío, sólo estrellas, el show ha terminado.
Los actores se desmaquillan, cambian su traje de faena
por otro más adecuado y se olvidan del público entregado que les regaló su voto
y sus aplausos.
Teatro, sólo era teatro.
Hasta dentro de unos años que regresarán quizá con nuevo
reparto, quizá con un nuevo texto pero
seguro que con las misma podredumbre en sus pensamientos.
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