Viñeta de Kalvellido
A mi me gustaría
despertarme una mañana creyendo en cualquiera de los diositos
propietarios del paraíso.
Debe ser cómoda la vida cuando se tiene la certeza de que
lo que te espera es un lugar lleno de frutos exóticos y de gente con la que
seguro, a escondidas, se puede follar sin que te vean. Lo bueno de creer es que si has sido un cabròn, dios en un momento de flaqueza te perdonará y podrás vivir feliz recordando las putadas que hiciste, pensando en la estupidez de los buenos porque ellos estarán a tu lado mirándote de reojo, sin comprender porquè perdieron el tiempo si al final la bondad no tuvo su premio.
Es lo que tiene ser creyente, que compartes el amor a dios con criminales.
Yo creo que por eso me resulta tan difìcil tener fe porque compartir templo con asesinos en serie es realmente una humillación.
Porque pagar a escote la obscenidad de sus representantes, es un delirio.
Porque aceptar prohibiciones en un mundo donde solo pecan los amos de esta cruz que arrastramos, me da rabia y la rabia no es virtud, es pecado sumarísimo
Yo creo, en definitiva, que me resulta imposible tener fe porque he visto morir a demasiada gente; viejos que tuvieron la peor muerte, viejos machacados por el trabajo, enfermos terminales, dementes, que llevaron una vida de hambre, de sudor y de pobreza y que su dios los dejó solos. Sencillamente solos. Abandonados en medio de guerras y de paredones, en medio del miedo y de la tortura, en medio del aislamiento, sin curas a los que acudir porque estaban ocupados jodiendo con los generales.
Para mì sería un castigo creer ciegamente en alguien que elige como delegados terrenales a siniestros moralistas que con una mano limosnean y con la otra decapitan.
Creo que está llegando el momento de que nuestros diositos se caigan del pedestal. Hay varias formas: Se pueden caer, pueden tropezar y los podemos tumbar...
ResponderEliminarQué gran texto.
ResponderEliminarRecuerdo, cuando era adolescente, como veía la enorme disparidad entre las palabras de la Iglesia y sus hechos. Terminé entendiendo que para acabar con algo malo no hay que contribuir a que esto siga. Y así dejé de ir a las iglesias y a sus actos. Hoy en los pequeños pueblos de mi entorno los curas dan misas a dos, tres, hasta cinco personas mayores los fines de semana, y se preguntan los jóvenes sacerdotes qué pasa. Pasa que no recuerdan su pasado.
Las creencias religiosas no son malas en sí, aunque no tengan ninguna evidencia a su favor, lo malo es la utilización de lo religioso para el abuso, para el engaño, para el atropello, para la intolerancia, para la barbarie; de la que en Navarra sufrimos mucho con la dictadura.
Saludos.