Viñeta de Kalvellido
Escribir es otra manera de aullar.
Permitir que el silencio anide con sus pájaros negros en el corazón de los poetas es morirse.
Yo no quiero que me llegue esa muerte, ese triste viaje sin retorno hacia la indiferencia.
Poe eso busco incansable la palabra exacta, esa que explique con todo el horror de su voz que estamos respirando solo gritos, sólo ceniza,
Quiero sumar letra a letra, sílaba a sílaba, para decir con precisión que el pan bajo el brazo no es cosa del presente y tampoco lo fue del pasado, que la violencia y su lepra, la violencia y sus saqueos, la violencia y la avaricia, la violencia y sus nombres y apellidos, la violencia y sus banderas, la violencia vieja y la nueva y la que está sin estrenar, la que resbala lenta entre mi gente, la que se derrama en la selva, en las ciudades, en los pueblos, en las conciencias, en las calles, la violencia de la mordaza, de la picana, de la bolsa, de las uñas reventadas, todas estas violencias son los partos de la misma bestia.
Quiero decir esto en mis versos, no callar, no coser mis labios, no poner a dormir el corazón sobre sábanas de Holanda, no cerrar los ojos por dentro y tirar la llave lejos, no silenciar la brutalidad de nuestro tiempo.
Si callo que los muertos se amontonan. Habré muerto yo también con todos ellos.
Por todo esto reivindico el aullido como única herramienta en mis poemas y me declaro intolerante con aquella poesía que calla el crimen, y al callarlo, lo alimenta.
Ojalá mañana pueda retirarme a escribir versos onanistas, ojalá pronto la realidad sea un lugar apacible preñado de justicia, ojalá esto suceda pronto pero mientras no ocurra, mientras no caiga hecha añicos la impunidad yo seguiré con estos alaridos, con este dolor de vivir en un mundo donde la codicia reina arrogante en medio de los cadáveres.
Muy bien dicho
ResponderEliminarJunto aullido contigo, Silvia.
ResponderEliminarBesos