Viñeta de Kalvellido
El poder, ¡ay el poder¡, tifus de la historia.
El poder, bestia entre las bestias.
El poder,
que absorbe las naciones,
las memorias,
que se alimenta de traiciones.
El poder, con todas sus costras, sus denteras,
exige que lo manoseen,
que lo engorden
que lo balanceen .
El poder pegajoso, pestilente, asesino,
el poder cìnico, corrupto, mercenario.
El poder siempre quieto en las mismas manos,
El poder sediento.
El poder con su industria de exterminios.
El poder a secas,
el de la colonización antigua y la moderna,
del bigote y la sotana y la patria por bandera.
El poder del golpe, la guillotina, el cheque en blanco,
el poder de los que hablan en estrados,
en púlpitos,
en mercados.
De los que escriben con tinta invisible los llantos de la tierra.
El poder sin códigos,
sin decencia.
El poder sombrío,
el poder que nunca da tregua.
El poder que nos mastica sin dejar huellas.
Maldito.
En estos versos,
con este canto,
escupo en tu frente,
te arranco los huesos,
y los convierto en ceniza.
Aquí, ahora mismo,
por los siglos de los siglos
yo te maldigo.
Pero está el otro poder. El de unas manos limpias trabajando con mimo la tierra, el de esas mismas manos hechas caricia en la noche, el de la risa de un niño, el poder incombustible del abrazo, del beso, del verso, de tus versos.
ResponderEliminarBesos.