Cuando yo muera que nadie vea mi cadáver,
que nadie vea que la muerte es amarilla,
que nadie me lleve a los altares
con olor a incienso y a mirra.
Cuando yo muera, ese día último de la vida,
déjenme tranquila,
cerca de mi huerto y de mis flores,
cerca de mis libros.
Cuando yo muera,
recojan los poemas que se pudren en los cajones,
recojan mis ideas, mis sueños, mis errores,
todo lo que pude haber dicho.
Cuando yo muera, habrá muerto una poeta
que quiso, con sus versos, hacer exorcismos,
que quiso ser mujer de palabra,
ser voz, ser útero, ser tierra.
Cuando yo muera,
cuando ya mi piel amarillee,
déjenme los ojos abiertos,
que quiero ver,
cuando llegue,
el pan bien repartido,
el mundo ordenado y limpio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario