“La XIII Brigada Internacional con los batallones Tchapaiev
y Henri Viullemin fue la vanguardia de la respuesta militar de la República al
avance fascista de la carretera. Ellos protegieron la retirada en el primer
momento, aunque posteriormente fueron relevados por la 6ª Brigada Mixta y otros
efectivos nacionales.
El batallón Tchapaiev actuaría en el frente sur con una
“amalgama de hombres procedentes de 21 naciones”. Polacos, húngaros, alemanes,
austriacos, suizos…
Los comisarios políticos tuvieron que hacer un enorme
trabajo psicológico con los voluntarios internacionales ante la tragedia que
vivieron al llegar a Almería y atravesar la masa de refugiados”.
Encontrasteis en el camino un cementerio improvisado por el
odio:
Cuerpos amontonados junto a bestias que empezaban a pudrirse
sin una mano que los ayudara a enfriarse,
sin un llanto cercano que los despidiera,
sin un nombre que dijera aquí fue asesinado un ser humano.
Fuisteis apartando a un lado los cadáveres,
ignorando a los vivos que pedían el auxilio del pan con sus llantos,
a los niños que desangrándose se arrastraban perdidos como
pequeños borrachos.
Fuisteis heridos por aquel paisaje devastado en el que quisieron
matarlo todo, todo.
Y para proteger a los que aún sobrevivían
tuvisteis que dejar atrás el infame legado fascista.
No como un batallón cualquiera.
Vuestro empeño por detener a los canallas os quemaba por
dentro
y con los dedos pegados al gatillo,
sin dormir porque el sueño a la intemperie podía congelaros,
con el recuerdo de la
jauría acechando por tierra, mar y aire,
apuntalados por la ira,
conseguisteis salvar lo poco que quedaba de aquellas
vidas.
Los héroes sencillos caminan de puntillas por la historia.
No hacen ruido al moverse en los libros porque no llevan
medallas ni apellidos,
a veces se hacen visibles en canciones cuando llega la
victoria
pero fuimos derrotados, los años nos pasaron por encima
y los ruiseñores no cantan en tierra de fascismos.
Para vosotros escribo hoy estos versos tímidos
porque quiero que vuestra gesta, vuestro heroísmo,
tenga sus palabras graves, sus estrofas limpias,
su estribillo errante por los pueblos de esta España
vergonzante.
No es una canción, apenas es un poema.
No soy un ruiseñor.
Pero la tierra está callada
y los pájaros no regresan.
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