sábado, 23 de marzo de 2019

Matilde Landa


Matilde Landa prefirió la muerte. La dictadura franquista ofreció a la dirigente comunista mejoras en la alimentación de los hijos de las presas del penal de Mallorca a cambio de su bautismo y conversión al catolicismo. Matilde eligió sus principios. El 26 de septiembre de 1942, día que estaba prevista la ceremonia de bautismo, Landa se precipitó por la terraza hacia el patio interior de la prisión. Se suicidó. En los 45 minutos que duró la agonía de Landa, completamente inconsciente, las autoridades eclesiásticas de Illes Balears aprovecharon para bautizarla en articulo mortis.


Podías haberte quedado mirando a los tristes niños en harapos.
Podías haber elegido el único paisaje de los libros y vivir el espejismo de una vida acomodada.
Podías haber sido sólo una mujer de tu época,
pero tomaste otro destino,
te hundiste en el fango hasta el tuétano y en aquella ciénaga de odio sobrevivió tu dignidad inmutable.

Porque luchaste más allá de la esperanza,
más allá de la derrota, más allá de lo posible,
para dejarnos el legado de tu resistencia en un mundo de mansedumbres.

Porque el verdadero peligro estaba en no hacer nada,
en ver pasar las horas,
en quedarse muda y quieta. 
Te pusiste manos a la obra para multiplicar panes y peces,
para curar gangrenas de pólvora,
para atravesar mares de azufre con tu bandera roja.

Quisieron doblegarte, pero llegaron tarde.
No claudica una mujer ante dios ni sus secuaces si esto pone en riesgo los ideales.
Quisieron bautizarte y tu escupías a las cruces pensando en el pueblo que, por laico, hicieron mártir.
Porque no pudiste ceder ante el chantaje de calostro para los niños a cambio de tu bautismo.
Se precipitó tu cuerpo hereje sobre el suelo de la cárcel y agonizaste lo suficiente para saber que te ungieron a la fuerza
con el agua humillante de una religión que mató en serie sin temblarle el cáliz con la sangre.


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