Creo que el odio está aletargado, que no odiamos lo
suficiente, que no odiamos como se debe odiar cuando nos han dejado en pelotas, huérfanos de
libertad y de justicia.
Y creo también que sólo con odio podríamos hacer que nos
teman. El sistema va un paso por delante y sabe que canalizando la rabia, confundiéndola, fragmentando las luchas, encarcelando a los que disienten, multando a los que se rebelan, intoxicando, engañando con tibiezas, con propuestas que giran un poco a la izquierda, presentando mesías fagocitados con cara de buen rollo y palabras escogidas sin azar, con todo esto, el odio se disipa y nos engañamos convencidos de que es posible construir sobre estas arenas movedizas de espanto.
Somos archipiélagos cabreados sin el cordón umbilical que debería unirnos para no dejarles avanzar ni un paso más.
No hace mucho, un joven murió de hambre.
Esto debería hacer sido suficiente para incendiar las calles.
Niños con hambre, viejos doloridos y desnutridos, mujeres, hombres, rascando en basurales, revolviendo los desechos para alimentarse, un poco, un rato, toda una vida.
El hambre, es motivo para odiar.
Los andrajos, son motivo para odiar.
Odiar fieramente desde las entrañas, con todas las vísceras, con todas.
Pa que haya pan, techo, salario, abrigo.
Algo tan revolucionario y tan sencillo.
Alguien del ámbito de la izquierda abogó recientemente, en una tertulia de televisión, por que el miedo cambiara de bando. Se armó Troya, porque se supone que el miedo no es una herramienta que utilice en ningún sentido la derecha ni el sistema, válgame dios. Estas expresiones no son políticamente correctas. Hay que esclavizar, crear miseria y cercenar la dignidad de la gente, pero caballerosamente y sin tomárselo nadie como una cuestión personal.
ResponderEliminarY lo mismo ocurre con palabras como “odio”. Su sonoridad no es “democrática” ni civilizada. Recuerdo a aquél periodista amigo de Vargas Llosa, e imagino que también compadre ideológico, que una vez dijo en televisión hablando de sí mismo algo parecido a esto: “Uno, que ha sido siempre un crítico moderado de la pobreza… (…)” Interesaba recalcar lo de “moderado”
Las pasiones conciernen solo al ámbito del dormitorio, y no al colectivo.