En voz baja, como ocurre siempre en mi pueblo, oigo el siguiente caso: las señoras de la limpieza entran en el cuartel de la policía municipal. Es madrugada. Desde la sala de interrogatorios hasta la calle un reguero de sangre, lo más seguro de alguien (¿un inmigrante?) cuyo cuerpo nadie reclamará. Hay un día y una noche, así como hay dos naciones ("Two nations", Lenin dixit) Y a la mañana siguiente el mundo sigue girando. Pero tu voz de poeta es como la bella metáfora bíblica: la de San Cristóbal llevando sobre los hombres los males de este mundo, aligerados por la sublimación de la poesía. Como decía aquél: nos queda la palabra.
En voz baja, como ocurre siempre en mi pueblo, oigo el siguiente caso: las señoras de la limpieza entran en el cuartel de la policía municipal. Es madrugada. Desde la sala de interrogatorios hasta la calle un reguero de sangre, lo más seguro de alguien (¿un inmigrante?) cuyo cuerpo nadie reclamará. Hay un día y una noche, así como hay dos naciones ("Two nations", Lenin dixit) Y a la mañana siguiente el mundo sigue girando.
ResponderEliminarPero tu voz de poeta es como la bella metáfora bíblica: la de San Cristóbal llevando sobre los hombres los males de este mundo, aligerados por la sublimación de la poesía. Como decía aquél: nos queda la palabra.
què comentario tan hermoso¡
Eliminareskerrik asko¡