Viñeta de Kalvellido
¿Qué más pueden hacer los gobiernos para declarar la guerra a la democracia?
¿Qué eufemismos pueden ya inventarse para esconder la verdad siniestra de que vivimos en una cleptocracia mundial donde el que más roba y mata es el que más alardea de demócrata?
El sistema se colapsa, se empobrece la humanidad completa mientras unos pocos raposos aumentan su delirante riqueza a costa de convertirnos en carne a la venta. Y sobre toda esta violencia, sobre todo este terror diseminado por la tierra con la excusa de las urnas, esperan, que nos quedemos de brazos cruzados, aguantando este espanto de vivir pidiendo permiso para ser libres dentro de las jaulas.
Y a estas alturas chirría el discurso del pacifismo bendecido y patrocinado por las oligarquías. No le tienen miedo, ha sido fabricado por ellos.
Yo sé que estas palabras ásperas que cuestionan las flores, las canciones, el amor envasado al vacío, sumiso, y tan delirante como ineficaz pueden hacer que se diga que apuesto por afilar los sables.
Pero es que la paz lleva siglos en cuarentena. No la conocemos ni de cerca. No sabemos nada de ella.
¿Qué nos queda entonces si no es su conquista?
¿Cómo conseguir paz si la violencia nace en las entrañas de la bestia?
¿Alcanzaremos a amedrentar con pacifismo, con tolerancia, los crímenes que se perpetuán?
Me temo que subestimar a los poderosos es pensar que aceptarán un armisticio cuando casi han ganado la guerra.
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