Yo quiero
renunciar a ser europea.
Quisiera que alguien
me dijera cómo apostatar de esta Europa que condena a vivir como animales a seres
que huyen del hambre y de las guerras.
No quiero ser
igual de humana que esas bestias que golpean a quienes, exhaustos, intentan
llegar a tierra firme y los empujan para que mueran a la deriva con sus niños ahogados
en pena.
No quiero ser europea,
no quiero vivir cercada por el fascismo que niega el pan y la sal con leyes y
con fronteras, que disimula sus ideas xenófobas bajo las togas, entre las
urnas, frente a las cámaras.
No quiero ser
europea, me avergüenza.
En el mismo
vientre de la democracia se hacinan miles de personas mientras esperan un salvoconducto
que les permita la dignidad de sobrevivir en esta parte del mundo, que es de
todos.
Un salvoconducto
para viajar y escapar de la miseria de vivir en una cárcel que es una isla que
es otro infierno del que huir de nuevo.
No quiero ser
europea, la humanidad se congela sin piedad en esta porción de tierra.
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