Compañeros andaluces, nombres anónimos que a pie de calle ondeáis
la bandera del antifascismo:
He apretado vuestras manos como se aprietan las ideas que
se llevan hasta la muerte.
He caminado a vuestro lado por esa tierra emputecida tan
llena de injusticias y he compartido palabras y vino en tardes que nunca terminan.
He comprobado que vuestro coraje no se desgasta con los
años si no que se estrena una y otra vez con cada día.
Os he visto en el arte, en la literatura, en el cante.
Os he visto arañando la memoria de los asesinados.
Os he visto solidarios con el inmigrante, solidarios con
otros pueblos, de frente frente al imperio.
Compañeros, la lengua bífida del fascismo se reestrenó en
vuestro parlamento, bajo vuestro mismo techo, pero podía haber sido bajo el
nuestro.
Nada nos separa.
Siempre hubo, en todos los lugares, esclavos contentos que
a pesar de su hambre besan los pies de quienes tienen en propiedad el suelo, el
cielo y el aire.
Compañeros antifascistas, hombres y mujeres de bien que
nunca claudicáis: hoy necesitamos el pecho frío, el puño alzado, las venas
ardientes y esa lucha solemne y ejemplar que asciende desde las raíces por toda
Andalucía.
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