Me gustaría ser más animal.
No porque algunos de ellos pueden volar.
No porque algunos de ellos hibernen y después de sueños profundos
salen a estrenar las primaveras.
No porque algunos lleven la casa a cuestas o se camuflen de
los enemigos o formen estampidas que hacen temblar la tierra.
No porque sean capaces de sobrevivir en situaciones
extremas: en el frío del fondo los mares, en desiertos donde nada florece, en
ciudades donde esquivan la contaminación y malmueren sobre las aceras disparados
por niños que juegan impasibles con la muerte.
Me gustaría ser más animal, que fuéramos todos más
animales.
No para ser blanco de cazadores furtivos, no para terminar
en las plazas con la estocada de los aplausos a los matadores, no para vivir en
jaulas, con cadenas, en los circos, en los zoos, en los parques.
No.
Me gustaría que fuéramos todos más animales porque ellos no
matan por gozo, ni torturan, ni hacen escarnio con sus víctimas.
Porque sólo les guía la sed y el hambre y cuando ya está
satisfecha dejan pasar la vida.
Porque son leales a su manada, a su jauría, a su bandada.
Porque no son crueles.
Los animales ni guerrean de balde, ni ocupan territorios
que no les pertenecen, ni destrozan sus propios hogares.
La crueldad es un invento humano.
Y yo quiero vivir en paz, sin tanta atrocidad reventando nuestra
humanidad como si nada.
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