De nuevo las bestias entraron a saco en Venezuela. Lo
cierto es que nunca se fueron.
Su historia es de sangre, de águilas sobrevolando su cielo siempre
al acecho.
Su historia guarda silencio cuando hay que hablar de lo
importante, cuando calumnian a quienes defienden sus calles hermosas, sus
selvas dañadas, sus pueblos coloreados con niños que cantan y ríen. Y ríen y bailan.
Y sueñan con crecer saludables.
Su historia presente calla o nos miente.
Porque codician su tuétano negro y espeso, sus brazos
baratos, sus hijos esclavos. Ansían poner de rodillas a quienes se alzan desafiantes
entre el murmullo de cómplices.
Su historia presente secuestra y embarga los víveres, los
libros, las medicinas acusando a Bolívar.
Y hoy Venezuela no puede rendirse.
Sin brújula perderá el rumbo, naufragarán los pueblos, anclarán
sus esperanzas al imperialismo.
Hoy Venezuela encaja los golpes y resiste.
Sobre la lona fascista, en un combate amañado, aún se
defiende.
Anochece en América latina.
Están lapidando una estrella.
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