Lo personal es político o al menos así empezaron las feministas
a decir a partir de los años sesenta. Pero creo que se referían y refieren a
otra cosa muy diferente que a la casa que Irene Montero y Pablo Iglesias se han
comprado y que pagarán a tocateja como todo cristiano.
En todo caso serán sus fieles quienes decidan si lo
personal, es decir la compra de este chalet, es suficiente razón para pedirles
que se hagan a un lado en política.
Ellos, la pareja, sabían mejor que nadie lo que iba a
suceder con este asunto, que no nos vengan ahora con cara de póker, asombrados
por el tsunami que ellos mismos han provocado.
El argumento que esgrimen de querer ver crecer a los hijos
en un entorno tranquilo, rodeados de los amigos, sin el acoso mediático es legítimo,
pero también un argumento infantil, dirigido a quienes empatizarán con ellos, a
quienes aún ven, el espejismo de unos lideres capaces de hablar de revolución
mientras se aíslan en la sierra para tomar mojitos con los colegas y discernir
agudamente sobre la bancarrota en la que están sumergidos millones de
españoles.
Mi voto no lo tuvieron antes y tampoco lo tendrán ahora,
conozco a muy buena gente en podemos, extraordinarias personas que insisten en
cambiar las cosas desde dentro pero también están en primera línea, en la
calle, dando la cara, a estas personas que yo conozco no se les puede más que
admirar por su coraje incombustible.
Pero con sus dirigentes nunca me he sentido identificada.
Hablan demasiado bien, visten demasiado bien, son ilustrados, jóvenes, triunfadores.
Y qué quieren que les diga, no me ha parecido nunca que tuvieran
las manos hinchadas de recoger fresa en condiciones infrahumanas, no me ha
parecido tampoco que el acceso a la vivienda lo tuvieran negado, ni me las
imagino fregando portales, ni limpiando viejos, ni despachando cervezas a
borrachos, ni prostituyéndose para alimentar a sus familias.
Es decir, nunca creí que pertenecieran a la clase
trabajadora, pero esto no se pone de relieve ahora con la compra de esa casa
descomunal, antes, mucho antes ya había gestos, signos, postureos que decían elocuentemente
que no eran de los nuestros.
En fin, una pena.
Ojalá las bases de Podemos, esa gente maravillosa y consecuente,
sepa estar a la altura de lo que les sucede.
No hay comentarios:
Publicar un comentario