El próximo sábado 13 de enero en Bilbao será la manifestación
por los presos vascos.
Como cada año desde hace años, decenas de miles de personas
recorreremos las calles para exigir, una vez más, el cumplimiento de los
derechos humanos con este colectivo.
No voy a recordar que hay presos enfermos de gravedad
encerrados, no voy a recordar que hay presos que han cumplido las 2/ 3 partes
de su condena y no están libres.
No voy a recordar a los jóvenes de Altsasu, ni a Alfredo, ni
a Ibón ni tan siquiera voy a describir el castigo de infancia que 113 niños
padecen lejos, lejísimos de sus padres encarcelados.
No.
Sólo voy a decir que aquellos que se dan golpes en el pecho
reclamando justicia para cualquier lugar del mundo, callan cuando se trata de reclamarla
aquí cerquita.
Sólo voy a decir que esos que se rasgan las vestiduras y se
solidarizan cuando se conocen casos de torturas en países lejanos, han mirado
para otro lado cuando el Gobierno Vasco ha admitido en un informe que se
torturó a más de 4000 personas desde 1960 hasta 2014. Ahí es nada.
Sólo voy a decir que nosotras no sólo recordaremos a lo nuestros,
también tendremos presente a los catalanes y a Alfon y a Rodrigo Lanza y a
tanto otros que están a la sombra en esta democracia de bañera y picana.
Caminando por las calles de Bilbao, el próximo sábado, de
nuevo, exigiremos el cumplimiento de los derechos humanos con los presos, tan
sencillo como eso.
Y aquellos que no quieran escuchar nuestro clamor o están
sordos o les importa un bledo.
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