Mientras Palestina
desparece de los mapas, mientras borran sus fronteras a golpe de masacre, de cárcel
y de hambre, tejen sudarios para los niños.
Tejen sudarios porque saben que morirán más y más deprisa,
porque no van a dejarse arrebatar Jerusalén, porque ya todo lo han perdido.
Tejen sudarios para los niños mientras detienen a sus hijos,
mientras cae el plomo y las casas se convierten en ceniza,
mientras se desangran los olivos y el cielo supura luces
que asesinan.
Tejen sudarios y guardan las llaves, tejen sudarios y se
miran las manos y tejen más rápido y tejen y tejen, tan blanco, tan blanco, tan
rojo de pronto, de pronto tan rojo.
Tejen sin luz, sin aire, sin pan, con muñones.
Tejen las madres, tejen los padres, tejen los huérfanos que
vieron la muerte precoz y de balde.
Porque van a defender su tierra tejen y tejen sudarios con
rabia y con lágrimas.
La guerra ha empezado, el Imperio está alegre, Israel ya
dispara.
Los niños se enfrían, nunca un sudario sirvió al mundo de abrigo.
Qué tristeza tan grande la del asesino. No sabe lo que se pierde dejando de amar.
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