A veces los poemas invaden territorios,
revientan en pedazos ideas o canciones,
y dejan a la gente vagando por fronteras donde nadie les espera.
A veces, los poemas imponen su fe y sus banderas
en cuerpos que hastiados caen y se desangran
sin saber como vivir de estrofas que diezman ilusiones.
A veces los poemas
describen con caligrafías señoriales a amantes imposibles
que mueren ahogados en su tinta
por la impostura de creer en espejismos.
A veces los poemas ignoran nuestro olor a sudor, a café, a fritanga,
callan nuestros huesos gastados, nuestra rutina mecánica,
nuestro cansancio que nace los lunes y muere los domingos.
A veces los poemas engañan,
dicen que las estrellas, que los ciervos, que las madrugadas,
dicen que las rosas,
pero en nuestras casas no hay ventanas con flores,
los cielos que miramos arrojan demasiada muerte
y los animales son despellejados vivos mientras rezan sin paz los fieles.
A veces los poemas desnudan corazones ilustrados
pero dejan sin voz a quienes friegan el mundo,
a quienes barren los escombros,
a quienes siembran los campos callados y harapientos.
A veces los poemas nos olvidan,
a veces los poetas,
a veces la poesía.
A veces es un regalo contar con la poesía y la presencia de personas como tú, Silvia.
ResponderEliminarGracias.
Eusebio