Qué quieren que les diga pero la realidad cada día es más
grotesca.
Madres y padres chivatos que se apresuran a llamar a la policía
del pensamiento, alcaldesas progres que piden perdón, jueces con extrañas biografías,
partidos políticos que usan la libertad propia para arrancar la ajena, cárceles
que se van llenando con disidencia, medios de comunicación participando del pin
pan pun al que son sometidos los titiriteros.
Mucho ruido, terrible ruido para Alfonso y Raúl que están
entre rejas.
Los censores tan diligentes como en otra época firman sentencias
rápidamente.
Es probable que a los que nos dedicamos de una u otra
forma a esto de la cultura nos miren con
ojos temerosos nuestros vecinos y se lo hayan chivado a los alguaciles.
Quizá de ahora en adelante, como medida preventiva, nos
ordenen caminar lejos de los colegios, quizá todos los teatros se cierren, los
guiñoles se quemen, las poetas se
exilien, quizá los pintores sean obligados a borrar con brocha gorda las quejas
de las paredes, quizá alguno de nosotros, yo por ejemplo, un día también sea
detenida porque al señor que me vio leyendo en un parque un libro de poesía, le
pareció que era de Sarrionaindia o pensó que eran versos de Brecht o me escuchó hablar y
supo de manera inequívoca que yo era
ETA.
Tiempos grotescos.
Y para los que nos empeñamos en ser cada día un poco
libres, tiempos en los que debemos ser aún más firmes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario