No canto no.
Sólo escribo
para recordar que ya no seréis cantores,
que vuestra garganta
no podrá decirnos cuanto duele
ser joven en medio de la barbarie,
en mitad de ese desierto de impunidad donde hay demasiados cadáveres.
No canto, no.
No se puede cantar en la hora de los crímenes.
Nada.
No canto.
No puedo hacerlo,
se pudren mis labios
si hago canción
del espanto.
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