No fuimos nosotros los que viajaron con látigos y espejos, con cruces y dioses de miedo.
No fuimos nosotros los navegantes que encontraron la
codiciada estrella de América.
Nosotros, contables, carpinteros, lavanderas, poetas, hoy
seguimos en las mismas galeras.
No fuimos nosotros los que se repartieron los pueblos
para abrirles en canal los vientres.
No fuimos nosotros, ni los sirvientes, ni los
hambrientos, ni las putas sarmentosas, ni las parturientas.
Fueron los de siempre.
Los que pasan por la historia con la gloria de la sangre
y de la muerte.
Fueron ellos, los de siempre.
Los brutos de humanidad, los imposibles.
Los mismos que hoy conspiran y abren grietas inmensas por
donde caen irremediables vuestras banderas.
También las nuestras.
No fuimos nosotros entonces, ni lo somos ahora.
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