Los barrederos limpian Madrid desde que no limpian la ciudad.
Los jardineros arrancan las malas hierbas desde que no
las arrancan.Evidencian un despotismo que no van a aceptar.
Y lo importante no es que la basura se amontona en las calles, lo verdaderamente relevante es que la inmundicia se hacina en ayuntamientos, parlamentos, etc... y que ellos señalan estas podredumbres.
Todas las ciudades huelen mal.
Dan nausea los espacios democráticos, dan nausea los púlpitos, los estrados, los tribunales.
Hay que desinfectar estos lugares.
Pero la calle, con sus voces limpias, con sus pulcras luchas, con sus conciencias decentes, inmaculadas, son aire fresco, bocanadas de esperanza, de desobediencia.
Ejemplo de pulcritud en medio de tanta mierda.
El hedor por la huelga de la basura en Madrid como una metáfora poética. A las naricillas finas les ofende la acción de los huelguistas (en realidad lo que les ofende es la huelga en sí como instrumento, como concepto), pero lo que huelen es su propio tufo.
ResponderEliminarasí es, en definitiva lo que jode, es que al fin se sabe quien y què es lo podrido, un abrazo.
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