Yo creo que el porvenir está en manos de aquellos pueblos que
enarbolan la bandera de la libertad territorial, económica, cultural.
Y creo también que cuando un pueblo asume el desafío de
organizarse para conseguirlo no existe represión que pueda combatirlo.
Es verdad que el peaje que se paga es caro, el monstruo al
que se enfrentan es colosal, pero nada podrá detenerlo si su deseo es firme y
es nítida la justicia que reclama.
Hoy Cataluña tiene todos los mecanismos del Estado
engrasados para parar en seco el camino que hace tiempo empezó a ser andado.
Pero los catalanes ya están lejos de la España patriotera y
amnésica, ya zarparon. Ya se fueron.
Los cojones de la democracia no podrán con ellos.
La cárcel, el exilio, el hostigamiento, a pesar del dolor
que les produce apuntala sus convicciones, da aire a sus pulmones, pone a andar
los corazones de calle en calle, de casa en casa.
Podemos verlos alejarse o sumarnos al viaje.
La decisión es nuestra. Ítaca también nos espera.
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