Cualquier pueblo que se rebela, que se alza poderoso, que
no acata el orden, cualquier pueblo insisto, que levanta la voz y arriesga sus
pulmones para respirar aires de libertad tiene la admiración de esta mujer que
escribe desde el margen izquierdo de la vida.
Cataluña hoy ha puesto en jaque la democracia ficticia en
la que vivimos. La ha desnudado para enseñarnos que su esqueleto no se sostiene,
no puede caminar. Aunque se empeñen en mostrarla saludable, su columna
vertebral está partida en dos.
Porque han decidido que las urnas son delito. Votar, algo
tan simple, es delito.
Porque han decidido que algo tan democrático como preguntar
sea la excusa para la cárcel y el exilio.
Porque han decidido que la represión es la varita mágica
que pondrá de nuevo las cosas en su sitio.
Porque ya faltan ojos en las calles, y ya las detenciones
se multiplican y a esta misma hora los catalanes que no acatan leyes de injusticia
serán terroristas.
Y qué quieren que les diga, es por ellos, pero también por
nosotros.
Llevamos demasiado tiempo tragando los sapos que dejó el
franquismo. Los “demócratas” besan agradecidos los cojones monárquicos y nos
piden cínicos que les votemos.
Es la hora de la República, viene naciendo, ayudemos.
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