Hablemos claro:
Nos roban el tiempo, el dinero, el trabajo.
Nos mienten, nos traicionan, nos estafan,
nos prohíben pensar, decir, soñar.
Saquean países y los
dejan a su suerte.
Fabrican sepulturas que después nos venden.
Nos vigilan, nos censuran, nos silencian.
Hacen propaganda del
ojo por ojo, diente por diente.
Nos envenenan, nos suicidan, nos encarcelan.
Pervierten el lenguaje, adulteran las palabras, las manchan
de sangre y cal.
Amenazan con
quitarnos el agua, el aire, las
semillas, el pan.
Nos convierten en pueblos
desnutridos de letra y poesía.
Nos arrancan las verdades, nos traicionan de verdad.
Sacan los fusiles a las calles, amputan gobiernos hostiles,
Bendicen banderas
genocidas,
banderas podridas de
metal.
Y en medio del dolor entero
rompen las arterias de la tierra
para que nunca, nunca, nunca
sembremos sueños fecundos de libertad.
Pero esos sueños ya están sembrados,
y pronto, muy
pronto, quizá ya,
atravesaremos la oscura noche de las violaciones.
Esta oscura noche de crimen e impunidad.
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