Querida Casandra:
Verás, la justicia que finalmente te ha condenado por
enaltecimiento de terrorismo es la misma justicia que aquí, en EH, ha cerrado periódicos
y radios.
Es la misma que acusó a los músicos de “Soziedad alkohólica”
en el 2006, la misma que nos obliga a no
mostrar las fotos de los presos políticos vascos, la misma justicia que ahora, más
allá del Ebro y con la excusa de la ley mordaza, persigue chistes, camisetas,
canciones, poemas, opiniones.
El mismo tribunal implacable y fascista con el que has
tenido que enfrentarte, ha obligado a muchas personas a sentarse en el mismo
banquillo en el que te has sentado tú, esa misma justicia ha ordenado ingresos
en prisión, ha mirado para otro lado cuando se ha torturado a periodistas,
cuando se han detenido a abogadas…
Querida, quiero contarte algo: en el año 2003, nuestro músico
Fermín Muguruza recibió el premio de la música a la mejor canción en euskera,
sobre el escenario, habló del cierre por orden judicial del periódico Egunkaria,
dedicó el premio a los trabajadores de este periódico y a su director, Marcelo
Otamendi, detenido y torturado, los que estaban allí, le contestaron con
silbidos y pataleos, para ellos la libertad de expresión era otra cosa.
Hoy en el estado español, la izquierda se solidariza contigo,
pero entonces, en el 2003, callaban o pataleaban o daban la razón a esta sinrazón,
como hicieron los músicos que estaban presentes en la entrega del premio a Muguruza.
La izquierda que se indigna con tu sentencia, es loable,
pero llega tarde.
Es valiente, pero sólo en parte.
Me pregunto a esta hora, ¿qué hubiera sucedido si el acoso a
la libertad de expresión en EH se hubiera tomado como un ataque verdadero a la
libertad de expresión de todos? ¿nos veríamos ahora con una sentencia como la
tuya y revisando los twits, por si acaso?
Creo honestamente que
no.
Pero sigamos.
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