Ya que estos días, parece ( o al menos me lo parece a mí),
que fijamos la mirada en símbolos pues tomemos la misma vara de medir pa todos.
Lo digo porque el otro día el Sánchez apareció en escena con
una bandera rojigualda inmensa, de esas que dan escalofríos por lo que representan.
Sabemos que esto lo hizo pa despejar dudas de los patriotas
españoles, es decir España, una grande y ¿libre?
Sigamos con la cosa de las escenificaciones porque aún no ha
terminado.
Hoy los ayuntamientos, lugares oficiales, etc, etc, etc, andan a codazos pa ver quien
de todos pone la bandera del arcoíris más grande.
Queda bonito ser
progre, integrador, o mejor, a estas alturas queda muy feo no imitar gestos,
cuando hasta el emperador café con leche
la ondea en su blanquísima casa.
LLamativo que sea tan
comprensivo y a la vez tan asesino, en
fin.
Y ahora, puestos a hablar de banderas y de tolerancia y de
progresismo y de revoluciones y de, y de…. Oye, que curioso que a quienes colgaron
la Ikurriña en Iruña les cayeran unos meses en el talego.
Curioso esto del
progresismo español, unas les parecen decorativas otras son delito.
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