Viñeta de Kalvellido
Creo que durante los últimos años hemos ido presenciando
la putrefacción de la sociedad, no sólo en cuanto al descaro del saqueo, la vulneración
de derechos, la censura, la moral aplicada sobre los cuerpos, la impunidad, la
brutalidad policial, la violencia puerta a puerta, desahucio tras desahucio, el
hambre, los andrajos, el renacimiento del fascismo sin tapujos, etc., etc..
No sólo eso.
Hoy día la deshonestidad está normalizada.
El engaño, el abuso, son cotidianos.
Nos estafan en los supermercados, en la tarifa de la luz
y del teléfono. Nos roban con las medicinas, con los libros, con el agua.
Nos roban por si acaso.
La zanahoria siempre va un paso por delante y nosotros
seguimos tirando para alcanzar ese imposible.
Pagamos el peaje mansamente, pagamos los jarabes, pagamos
las pomadas, pagamos las compresas, pagamos las letras… es la extorsión del
pobre, la asfixia sin freno, coágulo a coágulo.
Pagamos por tener justicia que no es justa.
Pagamos para que nos gobiernen quienes nos engañan.
Pagamos a un diosito que no reconocemos.
Pagamos a una policía
que tortura
A escote, entre los emputecidos.
Financiamos cada una de las cadenas que nos golpean. Cada
una de las manos que se agitan para azotarnos con ellas.
Pagamos este impuesto permanente que revoluciona sólo
miserias.
Como mecenas voluntariosos.
Mientras nuestras casas se llenan de deudas y de
impotencia, los de siempre no quieren poner en claro las cuentas.
Nos roban descaradamente, somos su fuente inacable de
riqueza, su cheque en blanco, su fábrica de moneda.
La pregunta es ¿hasta cuándo?
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