Desde que soy poeta me han dicho de todo con la intención
de insultarme, que es lo mismo que tener intención de darme una patada en la
boca.
Me han llamado terrorista,
feminazi, ortodoxa, estrecha, roja.
Me han dicho que mis palabras huelen a mierda, que hago apología
de la violencia, que estoy desfasada, que soy maleducada, inflexible, profeta
de la nada.Me han escrito para decirme que lo mío no es poesía.
Que necesito leer más, viajar más.
Me han preguntado por mis ak47.
Se han cagao en mi madre, en mis muertos, en mis versos.
En fin, supongo que todo esto desinflaría el ego de cualquiera.
Pero vengo de silencios demasiado largos, de un hogar triste y callado donde las palabras y las ideas no hablaban.
He sobrevivido a golpe de poema.
Y estoy en pie porque mi voz ya nunca podrá ser amordazada.
Por eso los insultos, la indiferencia, este crujir permanente
de lenguas fatigadas llegan tarde.
No moriré otra vez, una vez más, sin explicar mi dolor ni
mi rabia.
Aurrera Silvia
ResponderEliminareso, Odisea, todos, Aurrera¡
EliminarSi llegan tarde Silvia, es porque cuando una persona abandona su ego, entonces, nada ni nadie podrá lastimarle,psicológicamente hablando.En cuanto a todas esas barbaridades que te dicen: no es nada más, ni nada menos, que por la sencilla razón de que la ignorancia es muy atrevida.Un abrazo.
ResponderEliminarAy, enrique, lo que dicen a veces de mis palabras, lo hacen con otros, muchos otros, es sòlo el síntoma, la cobardìa, la violencia de gente dispuesta a imponer el burka de las ideas. En fin, gracias.
EliminarPocas cosas pueden producir tanta delicia, que una nueva publicación en tu blog, tu poesía, tu prosa es salvajemente radical, pura ¡preciosa!
ResponderEliminarSalud y alegría!
oh, Galileo, agradezco tanto tus palabras, porque vienen directas desde la víscera y el corazón, eskerrik asko.
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